Volver al Archivo Dimitrov |
Escrito: en 1912
Primera Edición: Rabotnicheski Vestnik, núm. 189
Digitalización: Aritz
Fuente: J. Dimitrov, Obras Completas, t. II, Editorial del PCB, 1952
Esta Edición: Marxists Internet Archive, año 2003
Cada día se publican en nuestra prensa informaciones sobre numerosas y graves mutilaciones, sangrientos accidentes de los trabajadores. El número de las víctimas crece en los últimos tiempos con extraordinaria rapidez en la industria, la construcción y el transporte.
Según la estadística del Comité Sindical durante los últimos cinco años (1907-1911) se han registrado 1.433 accidentes de trabajo, de los cuales 392 mortales y 1.041 con graves mutilaciones. Según la estadística sólo una parte ínfima del número general y real de los accidentes de trabajo en nuestro país, en 1907 se han registrado 164 accidentes, llegando en 1911 a 438 -¡o sea tres veces más!
Durante al año en curso los accidentes de trabajo crecen a un ritmo aún mayor. Sólo hasta hoy, en casi seis meses, según los datos del Comité Sindical se han registrado 81 casos mortales y 197 de invalidez grave.
Y éstos son accidentes de trabajo que ocurren en circunstancias trágicas. Es suficiente recordar el caso de aquellos nueve obreros de la empresa de Balabanov en Kocherinovo que, trabajando en el río Rila, fueron arrastrados por sus impetuosas aguas, pereciendo todos ellos debido a que en el río no se ha establecido el cauce apropiado para el arrastre de los troncos de los pinos cortados más arriba en la montaña y transportados posteriormente hasta la fábrica; el caso del obrero de la empresa cerámica "Izida" de Novoseltzi, que al reparar las transmisiones, el director dio la orden de poner en funcionamiento el motor y el infeliz obrero cayó entre las ruedas dentadas que muelen la dura tierra y junto con ella fue arrojado al otro lado convertido en ladrillo; el caso del obrero que fue aplastado contra un muro por una vagonete que transportaba cebada para la cervecera "Makedonia"; el caso del obrero que se hallaba emparedado en el túnel de la línea de Kiustendil, gravemente herido y sin conocimiento; el caso de los tres obreros aplastados al caer la campana de la iglesia "Alexander Nevski"; el caso del obrero muerto bajo los escombros del edificio que se derrumbó en el patio del hotel "Europa"; el caso del obrero metalúrgico despedazado por la explosión en el taller de los hermanos Alfandari, etc., etc. No menos del 90% de los accidentes ocurridos hasta ahora en las diferentes empresas industriales y de construcción, en minas y canteras, en puertos y ferrocarriles han sucedido en horribles condiciones de seguridad en el trabajo.
Merece destacarse que durante el breve periodo de cinco años, si se tiene en cuenta sólo los accidentes registrados, han quedado sin sostenimiento material y lanzados en brazos de la miseria y de la muerte 4.299 mujeres y niños.
Junto con esta bárbara mutilación y la matanza en masa de obreros por parte del capitalismo con la protección y complicidad más amplia de nuestro "culto" y "jurídico" Estado, la clase obrera en nuestro país está expuesta al peligro de miles de enfermedades mortíferas y al azote más peligroso -la tuberculosis- como consecuencia de una jornada de trabajo extremadamente larga, bajos salarios, condiciones antihigiénicas de trabajo, malas viviendas y máxima explotación del trabajo femenino e infantil.
La tuberculosis debido a todas estas condiciones de trabajo toma de los medios de la clase obrera a centenares y miles de víctimas inocentes. Para el gran número de los obreros tuberculosos los hospitales no disponen de camas, los sanatorios son inaccesibles para ellos y por lo tanto están condenados a una muerte segura.
Y ante estos horribles hechos, que demuestran de manera tan evidente cómo el capitalismo empuja a los obreros hacia una total degeneración física y espiritual, a la mutilación y exterminio en masa, a una muerte prematura, la burguesía y el Estado capitalista búlgaro no sólo cierran los ojos, sino que se burlan del duro destino de la clase obrera...
¡Hoy, cuando toda la clase obrera está de luto por las numerosas víctimas que cada día se producen, cuando no ha quedado ni un rincón del país en que no se haya derramado sangre obrera, cuando todo viene a demostrar la necesidad vital de una amplia protección legislativa de los obreros; la burguesía capitalista, saciada y contenta con la participación del palacio y con la gran ayuda de los órganos del poder, organiza en todo el país la "fiesta de las rosas"!...
En vez de leyes sobre la protección del trabajo, en vez de reconocer el riesgo profesional, creando seguros estatales para los obreros en caso de enfermedad, accidente, invalidez y vejez, en vez de altos salarios y buenas condiciones de trabajo, en vez de un buen alimento e higiénicas viviendas, los "luchadores contra la tuberculosis" -el monarca y la burguesía- organizan la "fiesta de las rosas".
¡Repugnante hipocresía burguesa! Ellos son los culpables de las mutilaciones y los accidentes en fábricas y talleres, en empresas de construcción, puertos y ferrocarriles, de la propagación masiva de la tuberculosis, queriendo aparecer hoy hipócritamente ante sus víctimas como bienhechores y filántropos, con esta "fiesta de las rosas"!
¡No, ésta es la fiesta de los criminales, de los asesinos de los obreros de nuestro país. La fiesta de las rosas -es la fiesta de la muerte, que tiene lugar en la brutal explotación capitalista!
También el 29 de junio el proletariado búlgaro en lucha exhibirá esto en sus reuniones de protesta. Condenará una vez más la repugnante hipocresía burguesa y elevará aún más en alto su consigna por la conquista de una legislación que garantice sus intereses y seguridad en el trabajo.