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Escrito: Por Amadeo Bordiga en 1922.
Primera publicación: De Rassegna Comunista, año II n. 17 del 30 de Enero de 1922.
Fuente: Buro Internacional por el Partido Revolucionario.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2002.
1. - El Partido Comunista, que es el partido político de la clase proletaria, se presenta en su acción como una colectividad operante con una dirección unitaria. Los móviles iniciales que conducen a los elementos y grupos de esta colectividad a encuadrarse en un organismo de acción unitaria son los intereses inmediatos que las condiciones económicas suscitan entre los grupos de la clase trabajadora. Una característica esencial de la función del partido comunista es el empleo de las energías así encuadradas para el logro de objetivos que, al ser comunes a toda la clase trabajadora y al estar situados al término de toda la serie de luchas, superan —integrándolos— los intereses de los grupos particulares y las reivindicaciones inmediatas y contingentes que la clase trabajadora pueda plantearse.
2. - La integración de todos los impulsos elementales en una acción unitaria se manifiesta a través de dos factores principales: uno de ellos es la conciencia crítica de la cual el partido extrae su programa; el otro es la voluntad expresada en el instrumento con el cual el partido opera, su organización disciplinada y centralizada. Sería erróneo considerar a estos dos factores, de conciencia y de voluntad, como facultades que puedan obtenerse o deban exigirse de cada individuo, ya que sólo se realizan por medio de la integración de la actividad de muchos individuos en un organismo colectivo unitario.
3. -A la precisa definición de la conciencia teórico-crítica del movimiento comunista, contenida en las declaraciones programáticas de los partidos y de la Internacional Comunista, al igual que a la organización de los primeros y de la segunda, se ha llegado y se llega a través del examen y del estudio de la historia de la sociedad humana, de su estructura en la presente época capitalista, desarrollados con los datos, las experiencias de la lucha proletaria real, y en la activa participación en la misma.
4. - La proclamación de estas declaraciones programáticas, del mismo modo que la designación de los hombres a los que se confían los diferentes puestos de la organización del partido, resultan formalmente de una consulta democrática en las reuniones representativas del partido, aunque, en realidad, deben entenderse como un resultado del proceso real que, al acumular los elementos de la experiencia y al realizar la preparación y la selección de los dirigentes, da forma al contenido programático y a la constitución jerárquica del partido.
II. Proceso de desarrollo del partido comunista
5. - La organización del partido proletario se forma y se desarrolla en la medida en que existe —dada la madurez de la evolución de la situación social— la posibilidad de una conciencia y de una acción colectiva unitaria en el sentido del interés general y último de la clase obrera. Por otra parte, el proletariado aparece y actúa en la historia como clase cuando toma forma precisamente la tendencia a dotarse de un programa y un método común de acción, y, por lo tanto, a organizar un partido.
6. - El proceso de formación y de desarrollo del partido proletario no presenta una marcha continua y regular, sino que es susceptible de atravesar, en los planos nacional e internacional, fases muy complejas y períodos de crisis general. Muchas veces se ha verificado un proceso de degeneración, por el cual la acción de los partidos proletarios ha perdido o se ha ido alejando —en vez de acercarse— de su carácter indispensable: la actividad unitaria inspirada en las máximas finalidades revolucionarias; en esos casos, dicha actividad se ha ido fraccionando al dedicarse a satisfacer intereses de grupos obreros limitados o al logro de resultados contingentes (reformas), a costa de adoptar métodos que comprometían el trabajo por las finalidades revolucionarias y la preparación del proletariado para éstas. Por este camino, los partidos proletarios han llegado a menudo a abrir las filas de su organización a grupos de elementos que no podían aún situarse en el terreno de la acción colectiva unitaria y maximalista. Este hecho siempre fue acompañado por una revisión deformadora de la doctrina y del programa, y por un relajamiento de la disciplina interna, de manera que en vez de tenerse un estado mayor de jefes aptos y decididos para la lucha se entregó el movimiento proletario en manos de agentes encubiertos de la burguesía.
7. - En una tal situación, el retorno a la organización del verdadero partido de clase, bajo la influencia de nuevas situaciones y de los acontecimientos que incitan a la clase obrera a la acción, se efectúa bajo la forma de una escisión de una parte del partido, que a través de la controversia sobre el programa, de la crítica de las experiencias desfavorables de la lucha y de la formación en el seno del partido de una escuela y de una organización con su jerarquía propia (fracción), reconstituye la continuidad de vida de un organismo unitario fundado en la posesión de una conciencia y de una disciplina, de la que surge el nuevo partido. En general, este es el proceso que ha conducido desde la bancarrota de los partidos de la Segunda Internacional al surgimiento de la Tercera Internacional Comunista.
8.- El desarrollo del partido comunista después del desenlace de una crisis semejante, y bajo la reserva de posibles fases criticas ulteriores producidas por nuevas situaciones, puede ser definido, por comodidad de análisis, como su decurso "normal". Presentando la máxima continuidad en la defensa del programa y en la vida de la jerarquía dirigente (por encima de las sustituciones personales de jefes infieles o desgastados), el partido despliega también el máximo de trabajo eficaz y útil destinado a ganar al proletariado para la causa de la lucha revolucionaria. No se trata aquí simplemente de producir un efecto de orden didáctico sobre las masas, y mucho menos de la veleidad de exhibir un partido intrínsecamente puro y perfecto, sino de obtener precisamente el máximo rendimiento en el proceso real mediante el cual (como se verá mas adelante) se efectúa el desplazamiento de la acción de un número cada vez mayor de trabajadores del terreno de los intereses parciales e inmediatos al terreno orgánico y unitario de la lucha por la revolución comunista, por medio del trabajo sistemático de propaganda, de proselitismo y, sobre todo, de activa participación en las luchas sociales. Sólo cuando existe una continuidad semejante es posible no solamente vencer las vacilantes desconfianzas del proletariado hacia el partido, sino también encausar y encuadrar rápida y eficazmente las nuevas energías adquiridas tanto en el terreno del pensamiento como de la acción comunes, creando esa unidad de movimiento que es una condición indispensable de la revolución.
9.- Por las mismas razones, debe ser considerado como un procedimiento completamente anormal el de incorporar al partido otros partidos o desprendimientos de partidos. El grupo que se había distinguido hasta un determinado momento por una posición programática diferente y por una organización independiente, no aporta un conjunto de elementos útilmente asimilables en bloque, sino que viene a alterar la solidez de la posición política y de la estructura interna del viejo partido, de modo que el aumento de efectivos numéricos está lejos de corresponder a un aumento de la fuerza y de la potencialidad del partido, y podría alguna vez paralizar su labor de encuadramiento de las masas en lugar de facilitarlo.
Es deseable que se afirme con la mayor rapidez que la derogación de los dos principios organizativos fundamentales es inadmisible en el seno de la organización comunista mundial: no puede existir en cada país más que un único partido comunista, y no se puede adherir a la Internacional Comunista más que por la vía de la admisión individual en el partido comunista del país dado.
III. Relaciones entre el partido comunista y la
clase obrera
10.- La delimitación y definición de los rasgos distintivos del partido de clase, que son la base de su estructura constitutiva en cuanto órgano del sector más avanzado de la clase proletaria, no sólo no impiden, sino que exigen que el partido deba estar estrechamente relacionado con el resto del proletariado.
11.- La naturaleza de estas relaciones resulta del modo dialéctico de considerar la formación de la conciencia de clase y de la organización unitaria del partido de clase. Este conduce a una vanguardia del proletariado desde el terreno de los movimientos espontáneos parciales, suscitados por los intereses de grupos, al terreno de la acción proletaria general; pero no lo logra negando aquellos movimientos elementales, sino integrándolos y superándolos a través de la experiencia viva, incitando a su realización, tomando parte activa en ellos, siguiendo atentamente todo su desarrollo.
12.- La obra de propaganda ideológica y de proselitismo para la militancia política, que el partido realiza constantemente, es, pues, inseparable de la acción real y de todo el desarrollo del movimiento proletario. Es un error banal el considerar contradictoria la participación en luchas por resultados contingentes y limitados con la preparación de la lucha revolucionaria final y general. La existencia misma del organismo unitario del partido, con las indispensables condiciones de claridad programática y de sólida disciplina organizativa, aporta la garantía de que jamás se atribuirá a las reivindicaciones parciales el valor de fin en si mismas y de que se considerará la lucha para lograrlas sólo como un medio para adquirir experiencia y entrenamiento para la útil y eficaz preparación revolucionaria.
13.- El partido comunista participa, pues, en la vida de todas las formas de organización económica del proletariado que están abiertas a los trabajadores de toda fe política (sindicatos, consejos de fabrica, cooperativas, etc.). Una posición fundamental para el útil desarrollo de la obra del partido es la de sostener que todos los órganos de tal naturaleza deben ser unitarios, es decir, comprender a todos los trabajadores que se encuentran en una situación económica específica. El partido toma parte en la vida de estos órganos mediante la organización de sus miembros comprometidos en los mismos en grupos o células ligados a su propia estructura. Participando en primera línea en las acciones de los órganos económicos de los que forman parte, tales grupos atraen hacia sí y, por lo tanto, hacia las filas del partido, a los elementos que en el desarrollo de la acción han madurado para ello. Ellos tienden a conquistar en sus organizaciones el respaldo de la mayoría y los cargos electivos, convirtiéndose así en la correa de transmisión natural de las consignas del partido. De esta forma, se realiza todo un trabajo que es de conquista y de organización, no limitado a la operación de propaganda y de proselitismo o a las campañas electorales internas en las asambleas proletarias, sino desarrollado, sobre todo, al calor de la lucha y de la acción, ayudando a los trabajadores a extraer las experiencias más útiles.
14. - Todo el trabajo y el encuadramiento de los grupos comunistas tiende a dar al partido el control definitivo de los órganos dirigentes de los organismos económicos y, en primer lugar, el de las centrales sindicales nacionales que se revelan como el mecanismo más seguro de dirección de los movimientos del proletariado que no está encuadrado en las filas del partido. Considerando que su máximo interés reside en evitar las escisiones de los sindicatos y de los otros órganos económicos, mientras su dirección está en manos de otros partidos y corrientes políticas, el partido comunista no establecerá que en la ejecución de los movimientos dirigidos por tales organismos sus militantes se comporten en oposición a las disposiciones de éstos en lo que se refiere a la acción, realizando, no obstante, la crítica más abierta de la acción misma y de la obra de los dirigentes.
15. - Además de participar de esta manera en la vida de los organismos proletarios que surgen naturalmente por la presión de reales intereses económicos, y además de favorecer su extensión y fortalecimiento, el partido hará esfuerzos para que su propaganda ponga en evidencia los problemas de real interés para los obreros que pueden dar lugar —en el desarrollo de las situaciones sociales— a nuevos organismos de lucha económica. Con todos estos medios, el partido amplía y refuerza la influencia que por miles de lazos se extiende desde sus filas organizadas a todo el proletariado, aprovechando para ello todas sus manifestaciones y posibilidades de intervención en la actividad social.
16. - Sería totalmente errónea la concepción que fundase el organismo de partido en la exigencia de una perfecta conciencia crítica y de un completo espíritu de sacrificio en cada uno de sus adherentes considerados individualmente, y que limitase las capas de la masa ligadas al partido a uniones revolucionarias de trabajadores constituidas en el campo económico con un criterio escisionista, y que incluyesen únicamente a los proletarios que aceptan determinados métodos de acción. Por otra parte, no se puede exigir que a plazo fijo, o en la víspera del inicio de acciones generales, el partido haya llenado el requisito de encuadrar bajo su comando, o directamente en sus propias filas, a la mayoría del proletariado. Semejante exigencia no puede ser presentada a priori prescindiendo del real desenvolvimiento dialéctico del proceso de desarrollo del partido, y no tiene ningún sentido —ni siquiera teórico— confrontar el número de proletarios encuadrados en la organización disciplinada y unitaria del partido (o bajo su influencia) con el número de proletarios desorganizados y dispersos, o que están a la zaga de organismos corporativos incapaces de ligazón orgánica.
A continuación, se tiende a definir cuáles son y cómo pueden establecerse las condiciones que deben regir las relaciones del partido con la clase obrera, para hacer posibles y eficaces determinadas acciones.
IV. Relaciones del partido comunista con otros movimientos políticos proletarios
17. - Por estar organizada en otros partidos políticos, o bien por simpatizar con éstos, una parte del proletariado es especialmente reacia a encuadrarse en las filas y en torno al partido comunista. Todos los partidos burgueses tienen adherentes proletarios, pero aquí nos interesan sobre todo los partidos socialdemócratas y las corrientes sindicalistas y anarquistas.
18. - Debe desarrollarse una crítica incesante de los programas de estos movimientos, demostrando su insuficiencia para la emancipación proletaria. Esta polémica teórica será tanto más eficaz cuanto más pueda demostrar el partido comunista que las críticas a tales movimientos hechas desde hace tiempo por él, y desarrolladas según sus propias concepciones programáticas, son confirmadas por la experiencia proletaria. Por esta razón, en dichas polémicas no se debe enmascarar la divergencia de métodos, no sólo respecto a los problemas del momento, sino también a los desarrollos ulteriores de la acción del proletariado.
19. - Por otra parte, esas polémicas deben reflejarse en el campo de la acción. Participando en las luchas de los organismos económicos proletarios dirigidos por los socialistas, sindicalistas o anarquistas, los comunistas no se negarán a acompañar la acción de los mismos, salvo en el caso de que el conjunto de la masa se rebele espontáneamente; pero demostrarán cómo, en un momento dado de su desarrollo, esta acción se vuelve impotente o utópica a causa del método erróneo de los dirigentes, mientras que con el método comunista se habrían conseguido mejores y más útiles resultados para los fines del movimiento general revolucionario. En la polémica, los comunistas distinguirán siempre entre los jefes y las masas, atribuyendo a los primeros la responsabilidad de los errores y de las culpas, y no dejarán de denunciar con igual vigor la obra de aquellos dirigentes que, aunque puedan tener un sincero sentimiento revolucionario, propugnan una táctica peligrosa y errónea.
20. - Un objetivo esencial del partido comunista es el de ganar terreno en el seno del proletariado, incrementando sus efectivos y su influencia en detrimento de los partidos y corrientes políticas proletarias disidentes. Este objetivo debe ser alcanzado con su participación en la lucha proletaria real, sobre un terreno que puede ser simultáneamente de acción común y de recíproca oposición, a condición de no comprometer jamás la fisonomía programática y organizativa del partido.
21. - Para atraer a los proletarios que pertenecen a otros movimientos políticos, el partido comunista no puede emplear el método de constituir en el seno de esos grupos fracciones organizadas de comunistas o de simpatizantes comunistas. En los sindicatos, como es lógico, este método se aplica para realizar un trabajo de penetración, sin el propósito de hacer salir de los sindicatos a los grupos comunistas que están allí organizados; pero aplicado a los movimientos políticos, semejante método comprometería la unidad orgánica del partido, por las razones ya mencionadas a propósito del desarrollo de su organización.
22. - En la propaganda y en la polémica, será oportuno tener en cuenta que en las filas sindicalistas y anarquistas militan muchos trabajadores que estaban maduros para la concepción de la lucha unitaria revolucionaria, y que han sido desviados sólo como reacción a las pasadas degeneraciones de los partidos políticos guiados por los socialdemócratas. La aspereza de la polémica y de la lucha contra los partidos socialistas será un elemento esencial para reincorporar a aquellos trabajadores en el terreno revolucionario.
23. - La evidente incompatibilidad que existe entre pertenecer al partido comunista y adherir simultáneamente a otro partido político se extiende, además, a aquellos organismos que, aunque no tengan nombre y organización de partido, poseen también carácter político, y aún a todas las asociaciones que hacen de la aceptación de tesis políticas dadas la base para la adhesión de sus miembros, como es en especial el caso de la masonería.
V. Elementos de la táctica del partido comunista extraídos del examen de las situaciones
24. - Con los puntos precedentes se han establecido los criterios generales que regulan, en función de la naturaleza misma del partido comunista, sus relaciones organizativas con otras instancias del proletariado. Antes de abordar los términos propiamente tácticos de la cuestión, es necesario detenerse en el análisis de los elementos resolutivos de cada problema táctico, y que están dados por el examen de la situación momentánea que se atraviesa. El programa del partido comunista contiene una perspectiva de acciones sucesivas relacionadas con la sucesión de las situaciones, según el proceso de desarrollo que generalmente se les atribuye. Existe, pues, una estrecha conexión entre las directivas programáticas y las reglas tácticas. Por consiguiente, el estudio de la situación aparece como un elemento integrador orientado a la resolución de los problemas tácticos, dado que el partido había previsto ya en su conciencia y experiencia crítica un cierto desenvolvimiento de las situaciones y, por tanto, ya había delimitado las posibilidades tácticas correspondientes a la acción a desarrollar en las distintas fases. El examen de la situación permitirá controlar la exactitud del planteamiento programático del partido; el día en que este examen impusiese una revisión sustancial, el problema sería mucho más grave que los que pueden resolverse gracias a una simple conversión táctica, y la inevitable rectificación de la visión programática no podría dejar de tener consecuencias serías sobre la organización y la fuerza del partido. Éste debe, pues, esforzarse por prever el desenvolvimiento de las situaciones para imprimir en ellas ese grado de influencia que le es posible ejercer; pero la conducta de esperar las situaciones dejando que ellas, de modo ecléctico y discontinuo, den las indicaciones y las sugestiones, es un método característico del oportunismo socialdemócrata. Los partidos comunistas suscribirían la ruina de la construcción ideológica y militante del comunismo si se viesen constreñidos a adaptarse a él.
25. - El partido comunista alcanza su carácter unitario y tiende a la realización de todo un proceso programático en cuanto agrupa en sus filas a aquella parte del proletariado que, al organizarse, ha superado la tendencia a moverse únicamente por los impulsos inmediatos determinados por las restrictas situaciones económicas. Los movimientos de conjunto del partido dejan de estar inmediata y determinísticamente influenciados por la situación específica para pasar a depender de ésta en forma racional y voluntaria, pues la conciencia crítica y la iniciativa de la voluntad, que tienen un valor muy limitado en los individuos, son realizadas en la colectividad orgánica del partido; tanto más cuanto que el partido comunista se presenta como precursor de esas formas de asociación humana que, al haber superado la informe organización económica presente, adquieren la facultad de dirigir racionalmente (en lugar de soportar pasivamente) el juego y las leyes de los hechos económicos.
26. - Sin embargo, el partido no puede emplear su voluntad e iniciativa en una dirección caprichosa y en una medida arbitraria. Los límites dentro de los cuales debe y puede fijar la una y la otra le son impuestos precisamente por sus directivas programáticas, como también por la posibilidad y oportunidad de acciones que se deduzcan del examen de las situaciones contingentes.
27. - Del examen de la situación se debe extraer un juicio sobre las fuerzas del partido y sobre la relación entre éstas y las de los movimientos adversarios. Sobre todo, es necesario preocuparse por juzgar la extensión de la capa del proletariado que seguiría al partido si éste emprendiese una acción y trabase una lucha. Se trata de formarse una noción exacta de las influencias y de los impulsos espontáneos que la situación económica determina en el seno de las masas, así como de la posibilidad de desarrollo de estos impulsos por efecto de las iniciativas del partido comunista y del comportamiento de los otros partidos. Las influencias de la situación económica sobre la combatividad de clase del proletariado son muy complejas, según estemos en presencia de un periodo de creciente florecimiento de la economía burguesa o de un periodo de crisis y de recrudecimiento de sus consecuencias. El efecto que estas fases ejercen sobre la vida organizativa y sobre la actividad de los organismos proletarios es complejo y no puede ser examinado tomando solamente en consideración la situación económica en un momento dado, para deducir entonces el grado de combatividad del proletariado, ya que se debe tener en cuenta la influencia ejercida por todo el desarrollo de las situaciones precedentes, con sus oscilaciones y variaciones. Por ejemplo, un periodo de florecimiento puede dar lugar a un potente movimiento sindical, que en una crisis sucesiva de empobrecimiento puede ser rápidamente llevado a posiciones revolucionarias, conservando a favor del éxito revolucionario la extensión de su encuadramiento de masas. O bien, un periodo de empobrecimiento progresivo puede dispersar de tal modo al movimiento sindical que en el periodo sucesivo de florecimiento éste sea incapaz de ofrecer materia suficiente para un encuadramiento revolucionario. Estos ejemplos, que podrían ser invertidos, "sirven para probar que las curvas de la situación económica y de la combatividad de clase son determinadas por leyes complejas; la segunda depende de la primera, pero no se asemejan en la forma". En determinados casos, al ascenso (o descenso) de la primera puede corresponder indistintamente el ascenso o el descenso de la segunda.
28.- Los elementos integrantes de esta investigación son muy variados. Ellos consisten en el examen de las tendencias efectivas a la constitución y al desarrollo de las organizaciones del proletariado, y en el análisis de las reacciones —incluso psicológicas— que producen en él las condiciones económicas, como también las mismas actitudes e iniciativas sociales y políticas de la clase dominante y de sus partidos. En el campo político, el examen de la situación ha de completarse con el análisis de las posiciones y fuerzas de las distintas clases y partidos respecto al poder del Estado. En este aspecto, se pueden clasificar en fases fundamentales las situaciones en las cuales el partido comunista puede tener que actuar, y cuya sucesión normal lo lleva a reforzar sus efectivos y, al mismo tiempo, a precisar cada vez más los límites de su táctica. Estas fases pueden ser indicadas así: poder feudal absolutista - poder burgués democrático gobierno social demócrata - interregno de guerra social en que se vuelven inestables las bases del Estado - poder proletario en la dictadura de los consejos. En cierto sentido, el problema de la táctica no consiste solamente en elegir la buena vía para una acción eficaz, sino también en evitar que la acción del partido rebase sus límites convenientes, replegándose en métodos que corresponden a situaciones superadas, lo que provocaría como consecuencia la detención del proceso de desarrollo del partido y un repliegue en la preparación revolucionaria. Las consideraciones que siguen se referirán sobre todo a la acción del partido en la segunda y tercera de las fases políticas mencionadas.
29. - La posesión por parte del partido comunista de un método y de una conciencia críticos, que conducen a la formulación de su programa, es una condición de su vida orgánica. Por ello, el partido y la Internacional Comunista no pueden limitarse a establecer la máxima libertad y elasticidad de táctica, confiando al juicio de los centros dirigentes —previo examen de las situaciones— la ejecución de la misma. No teniendo el programa del partido el carácter de un simple fin a ser alcanzado por cualquier vía, sino el de una perspectiva histórica de vías y fines ligados entre si, en las situaciones sucesivas, la táctica debe estar en relación con el programa; por ello mismo, las normas tácticas generales para las sucesivas situaciones deben estar precisadas dentro de ciertos límites que no son rígidos, pero que son cada vez más precisos y menos oscilantes a medida que el movimiento se refuerza y se aproxima a su victoria general. Sólo un criterio semejante puede permitir aproximarse cada vez más a la máxima centralización efectiva en los partidos y en la Internacional para la dirección de la acción, de modo que la ejecución de las disposiciones centrales sea aceptada sin resistencias, no sólo en el seno de los partidos comunistas, sino también en el movimiento de masas que ellos han llegado a encuadrar. No debe olvidarse que en la base de la aceptación de la disciplina orgánica del movimiento está la iniciativa de los individuos y de los grupos (dependiente de las influencias de la situación y de sus desarrollos) y en un progreso continuo y lógico de experiencias y de rectificaciones del camino a seguir para conducir más eficazmente la lucha contra las condiciones de vida impuestas al proletariado por el actual orden social. Por consiguiente, el partido y la Internacional deben exponer sistemáticamente el conjunto de las normas tácticas generales, para la aplicación de las cuales podrán llamar a la acción y al sacrificio a las filas de sus adherentes y a las capas del proletariado que lo entornan, demostrando cómo tales normas y perspectivas de acción constituyen la vía inevitable para alcanzar la victoria. Es, pues, una necesidad práctica y organizativa, y no el deseo de teorizar y esquematizar la complejidad de los movimientos que el partido podrá ser llamado a emprender, la que conduce a establecer los términos y los límites de la táctica del partido. Precisamente por estas razones muy concretas, el partido debe adoptar decisiones que parecen restringir sus posibilidades de acción, pero que son las únicas que garantizan la unidad orgánica de su obra en la lucha proletaria.
VI. Acción "táctica indirecta" del partido comunista
30. - Cuando falten las condiciones para una acción táctica que, por estar encaminada al asalto del poder burgués con las fuerzas de que dispone el partido comunista (y de la cual se hablará más adelante), se puede definir como directa, el partido, lejos de restringirse a un puro y simple trabajo de proselitismo y de propaganda, puede y debe ejercitar una influencia propia sobre los acontecimientos a través de sus relaciones con —y presiones sobre— otros partidos y movimientos políticos y sociales, pugnando por determinar desarrollos de la situación en un sentido favorable a sus propias finalidades y de modo que se consiga apresurar el momento en que sea posible la acción revolucionaria decisiva. Las iniciativas y actitudes a adoptar en tal caso constituyen un delicado problema, en cuya base es necesario establecer la condición de que aquéllas no deben de ningún modo estar ni aparecer en contradicción con las exigencias ulteriores de la lucha específica del partido, de acuerdo con el programa que él es el único en defender y por el cual el proletariado deberá luchar en el momento decisivo. Toda actitud que cause o comporte el paso a un segundo plano de la afirmación integral de aquella propaganda, la cual tiene no sólo valor teórico, sino que es, sobre todo, extraída de las posiciones cotidianamente asumidas en la real lucha proletaria y que continuamente debe poner de manifiesto la necesidad de que el proletariado abrace el programa y los métodos comunistas, toda actitud que del logro de determinados resultados contingentes trate de hacer ya no un medio para ir más allá, sino un fin en sí mismo, conduciría a un debilitamiento de la estructura del partido y de su influencia en la preparación revolucionaria de las masas.
31. - En la situación histórico-política que corresponde al poder democrático-burgués, se verifica, en general, una división del campo político en dos corrientes o "bloques", de derecha y de izquierda, que se disputan la dirección del Estado. Por lo general, al bloque de izquierda adhieren más o menos abiertamente los partidos socialdemócratas, coalicionistas por principio. El desenvolvimiento de esta lucha no es indiferente al partido comunista, sea porque ella versa sobre puntos y reivindicaciones que interesan a las masas proletarias y que concentran su atención, sea porque su desenlace con una victoria de la izquierda puede allanar realmente la vía a la revolución proletaria. Al examinar el problema de la oportunidad táctica de formar coaliciones con los elementos de izquierda, y queriendo evitar todo apriorismo falsamente doctrinario o tontamente sentimental y puritano, se debe tener ante todo presente que el partido comunista dispone de una iniciativa de movimiento en la medida en que es capaz de seguir con continuidad su proceso de organización y de preparación, del que recaba esa influencia sobre las masas que le permite llamarlas a la acción. El partido no puede proponerse una táctica que responda a un criterio ocasional y momentáneo, creyendo poder ejecutar a continuación —cuando dicha táctica aparezca súbitamente superada— una brusca conversión y cambio de frente, transformando en enemigos a sus aliados de ayer. Por consiguiente, si no se quieren comprometer los vínculos con la masa y su fortalecimiento para el momento en que su manifestación será mas necesaria, se deberá seguir, en las declaraciones y en las actitudes públicas y oficiales, una continuidad de método y de objetivos en estrecha coherencia con la propaganda y preparación ininterrumpida de la lucha final.
32. - Para preparar ideológica y prácticamente al proletariado para la lucha revolucionaria por la dictadura, una tarea esencial del partido comunista es la crítica despiadada del programa de la izquierda burguesa y de todo programa que quiera extraer la solución de los problemas sociales del marco de las instituciones burguesas democráticas y parlamentarias. En su mayor parte, el contenido de los desacuerdos entre la derecha y la izquierda burguesa conmueve al proletariado sólo en virtud de falsificaciones demagógicas, que naturalmente no pueden ser desbaratadas con un puro trabajo de crítica teórica, sino que deben ser atacadas y desenmascaradas en la práctica y al calor de la lucha. En general, las reivindicaciones políticas de la izquierda (que no tienen en absoluto la finalidad de dar un paso adelante para poner el pie sobre un escalón intermedio entre el sistema económico y político capitalista y el sistema proletario) corresponden a condiciones de mejor funcionamiento y de defensa más eficaz del capitalismo moderno, tanto por su contenido intrínseco como por su tendencia a dar a las masas la ilusión de que las instituciones presentes puedan ser utilizadas para su proceso emancipador. Esto concierne tanto a las reivindicaciones de extensión del derecho de voto y de otras garantías y perfeccionamientos del liberalismo, como a la lucha anticlerical y todo el bagaje de la política "masónica". Las reformas legislativas de carácter económico o social no tienen otro valor: o su realización no se verificará, o sólo conseguirá verificarse en la medida en que lleguen a crear (y con la intención de crear) un obstáculo al empuje revolucionario de las masas.
33. - El advenimiento de un gobierno de la izquierda burguesa, o incluso de un gobierno socialdemócrata, pueden ser considerados como un inicio de la lucha definitiva por la dictadura proletaria, pero no en el sentido de que su obra le crearía premisas útiles de carácter económico o político, y menos aún con la esperanza de que concederían al proletariado una mayor libertad de organización, de preparación y de ación revolucionaria. El partido comunista sabe y tiene el deber de proclamar, en virtud de razones críticas y de una sangrienta experiencia, que estos gobiernos no respetarían la libertad de movimiento del proletariado hasta tanto éste los reconociese y los defendiese como sus propios representantes, mientras que responderían con la más feroz reacción a un asalto de las masas contra la máquina del Estado democrático. Por ende, es en un sentido muy distinto que el advenimiento de tales gobiernos puede ser útil: es decir, en la medida en que su obra permitirá al proletariado deducir de los hechos la experiencia real de que sólo la instauración de su dictadura puede provocar una verdadera derrota del capitalismo. Es evidente que dicha experiencia podrá ser utilizada eficazmente sólo en la medida en que el partido comunista haya denunciado previamente tal fracaso, y conservado una sólida organización independiente en torno a la cual el proletariado podrá reagruparse cuando esté obligado a abandonar a los grupos y partidos cuya experiencia gubernamental había sostenido en parte.
34. - Por consiguiente, una coalición del partido comunista con partidos de la izquierda burguesa, o de la socialdemocracia, no sólo dañaría la preparación revolucionaria y haría difícil la utilización de una experiencia de gobierno de izquierda, sino que prácticamente también retardaría en general la victoria del bloque de izquierda sobre el de derecha. Ambos bloques se disputan el favor del centro burgués, que se desplaza hacia la izquierda en virtud de la convicción justa de que la izquierda no es menos contrarevolucionaria y conservadora que la derecha, y de que propone concesiones (en gran parte aparentes y en pequeña parte efectivas) para frenar el apremiante movimiento revolucionario contra las mismas instituciones que tanto la derecha como la izquierda aceptan. Por lo tanto, la presencia del partido comunista en la coalición de izquierda le quitaría a éste un séquito mayor (ante todo sobre el terreno de la lucha electoral y parlamentaria) que él le aportaría con su apoyo, y con una política semejante se retardaría probablemente la experiencia en vez de acelerarla.
35. - Por otra parte, el partido comunista no descuidará el hecho innegable de que las reivindicaciones sobre las que gira la agitación del bloque de izquierda atraen el interés de las masas, y de que —en su formulación— corresponden a menudo a sus exigencias reales. El partido comunista no sostendrá la tesis superficial del rechazo de tales concesiones porque sólo la conquista revolucionaria final y total merecería los sacrificios del proletariado; esta proclamación no tendría ningún sentido, dado que, sin lugar a dudas, el proletariado pasaría entonces al séquito de los demócratas, quedando bajo su control. Por consiguiente, el partido comunista invitará a los trabajadores a aceptar las concesiones de la izquierda como una experiencia, sobre cuyos resultados expresará claramente todas su previsiones pesimistas y la necesidad de que el proletariado no ponga en juego su independencia organizativa y política, para no salir arruinado de esta situación. El partido comunista instará a las masas para que exijan de los partidos de la socialdemocracia (que garantizan la posibilidad de realización de las promesas de la izquierda burguesa) el mantenimiento de sus compromisos; y con su crítica independiente e ininterrumpida se preparará a recoger los frutos del resultado negativo de tales experiencias, demostrando cómo toda la burguesía está, efectivamente, enrolada en un frente único contra el proletariado revolucionario y cómo los partidos que se dicen obreros, pero que sostienen la coalición con parte de la burguesía, no son más que sus cómplices y agentes.
36. - Las reivindicaciones expuestas por los partidos de izquierda y, particularmente, por los socialdemócratas, son a menudo de tal naturaleza que es útil instar al proletariado a moverse directamente para conseguirlas, dado que si la lucha fuese emprendida pondría inmediatamente en evidencia la insuficiencia de los medios con los cuales los socialdemócratas se proponen realizar un programa de medidas benéficas para el proletariado. El partido comunista agitará entonces esas mismas reivindicaciones, subrayándolas y precisándolas como bandera de lucha de todo el proletariado, impulsándolo hacia adelante para forzar a los partidos que hablan sólo por oportunismo a enrolarse y empeñarse en la vía de la conquista de los mismos. Ya se trate de peticiones económicas, o incluso de carácter político, el partido comunista las propondrá como objetivos de una coalición de los organismos sindicales, evitando la constitución de comités dirigentes de lucha y de agitación en los cuales él estaría representado y comprometido al lado de otros partidos políticos. Ambas normas responden al objetivo permanente de mantener la atención de las masas en el programa comunista específico, como también la propia libertad de movimiento para la elección del momento en que se deberá ampliar la plataforma de acción y desbordar a los otros partidos que se han mostrado impotentes y han sido abandonados por las masas. Así entendido, el frente único sindical ofrece la posibilidad de acciones de conjunto de toda la clase trabajadora. De estas acciones, el método comunista no podrá más que salir victorioso, por ser el único susceptible de dar un contenido al movimiento unitario del proletariado y por estar libre de toda responsabilidad respecto al trabajo de los partidos que exhiben por oportunismo y con intenciones contrarrevolucionarias su apoyo verbal a la causa del proletariado.
37. - La situación a la que nos referimos puede tomar el aspecto de un asalto de la derecha burguesa contra un gobierno demócrata o socialdemócrata. También en este caso, la actitud del partido comunista no podrá ser la de proclamar su solidaridad con gobiernos semejantes, ya que no se puede presentar al proletariado como una conquista a defender un orden político cuya experiencia ha sido acogida y seguida en el intento de acelerar en el proletariado la convicción de que este orden no está hecho a su favor, sino con fines contrarrevolucionarios.
38. - Podrá suceder que el gobierno de izquierda deje a organizaciones de derecha, a bandas blancas burguesas, llevar a cabo sus hazañas contra el proletariado y sus instituciones, y que no sólo no pida el apoyo del proletariado, sino que, además, pretenda que éste no tenga el derecho a responder con la organización de una resistencia armada. En tal caso, los comunistas demostrarán cómo no puede tratarse más que de una complicidad efectiva, más aún, de una división de funciones entre el gobierno liberal y las fuerzas irregulares reaccionarias: la burguesía entonces ya no discute si le es más conveniente el método del adormecimiento democrático y reformista o el de la represión violenta, sino que emplea los dos al mismo tiempo. En esta situación, el verdadero y peor enemigo de la preparación revolucionaria es el ala liberal del gobierno: ésta ilusiona al proletariado diciendo que lo defenderá en nombre de la legalidad, para así llegar a encontrarlo inerme y desorganizado, y para poder postrarlo en pleno acuerdo con las bandas blancas, el día en que el proletariado se encontrase por fuerza en la necesidad de luchar contra el aparato legal que preside su explotación.
39. - Otra hipótesis a considerar es aquella en que el gobierno y los partidos de izquierda que lo componen invitasen al proletariado a participar en la lucha armada contra el asalto de la derecha. Esta invitación sólo puede preparar una trampa, y el partido comunista la acogerá proclamando que las armas en las manos de los proletarios equivale al advenimiento del poder y del Estado proletarios, y la destrucción de la máquina tradicional, burocrática y militar del Estado, ya que ésta no obedecerá jamas las órdenes de un gobierno de izquierda llegado al poder con medios legalistas cuando éste llamase al pueblo a la lucha armada, y dado que sólo la dictadura proletaria podría dar estabilidad a una victoria sobre las bandas blancas. Por consiguiente, no deberá proclamarse ni practicarse ninguna "lealtad" hacia un gobierno de tal género y, por sobre todo, se deberá indicar a las masas el peligro de que la consolidación de su poder frente al levantamiento de la derecha o a la tentativa de golpe de Estado entrañará la consolidación del organismo que se opondrá al avance revolucionario del proletariado (cuando éste se imponga como la única vía de salida) si el control de la organización armada estatal permaneciese en manos de los partidos gubernamentales democráticos, es decir, si el proletariado hubiese depuesto las armas sin haberlas empleado en derrocar las actuales formas políticas y estatales, contra todas las fuerzas de la clase burguesa.
VII. Acción "táctica directa" del partido comunista
40. - Hemos considerado el caso en que la atención de las masas es captada por los postulados que los partidos de la izquierda burguesa y de la socialdemocracia formulan como objetivos a ser conquistados o defendidos, y también los casos en que el partido comunista los propone a su vez, con mayor claridad y energía, al mismo tiempo que realiza una crítica abierta de la insuficiencia de los medios propuestos por los otros para realizarlos. Sin embargo, en otros casos, las exigencias inmediatas y urgentes de la clase obrera (tanto de conquista como de defensa) encuentran impasibles a los partidos de izquierda y a los socialdemócratas. Si no dispone de fuerzas suficientes para llamar directamente a las masas a la lucha por esas conquistas, a causa de la influencia que los socialdemócratas ejercen sobre ellas, el partido comunista, evitando ofrecer una alianza a los socialdemócratas, antes bien proclamando que ellos traicionan incluso los intereses contingentes e inmediatos de los trabajadores, formulará esas reivindicaciones de la lucha proletaria invocando el frente único del proletariado, realizado sobre el terreno sindical, para su materialización. De este modo, el frente único sindical encontrará en su puesto a los comunistas que militan en los sindicatos y, por otra parte, el partido tendrá la posibilidad de intervenir si la lucha tomase otro rumbo, contra el cual inevitablemente se alinearían los socialdemócratas y algunas veces los sindicalistas y anarquistas. Por el contrario, el rechazo de los otros partidos proletarios a efectuar el frente único sindical por estas reivindicaciones será utilizado por el partido comunista para destruir su influencia, no sólo con la crítica y la propaganda que demuestren cómo ese rechazo revela una verdadera complicidad con la burguesía, sino, sobre todo, con la participación en primera línea en las acciones parciales del proletariado que la situación no dejará de suscitar sobre la base de esos objetivos por los cuales el partido habría propuesto el frente único sindical de todas las organizaciones locales y de todas las categorías. El partido comunista obtendrá, así, la demostración concreta de que los dirigentes socialdemócratas, al oponerse a la extensión de las acciones, preparan su derrota. Naturalmente, el partido comunista no se limitará a esta tarea de cargar sobre los otros la responsabilidad de una táctica errada, sino que, con extrema sagacidad y estricta disciplina, inquirirá si no ha llegado el momento de pasar por encima de las resistencias de los contrarrevolucionarios, cuando en el desarrollo de la acción se determine una situación tal en el seno de las masas que éstas seguirían, contra toda resistencia, un llamamiento a la acción del partido comunista. Semejante iniciativa sólo puede ser decidida centralmente y es siempre inadmisible que sea tomada localmente por organismos del partido comunista o por sindicatos controlados por los comunistas.
41. - Con la expresión de táctica "directa" se indica más especialmente la acción del partido en una situación que le sugiera tomar de manera independiente la iniciativa de un ataque al poder burgués destinada a abatirlo o a asestarle un golpe que lo debilite gravemente. Para poder emprender una acción semejante, el partido debe disponer de una sólida organización interna que le proporcione absoluta certeza de una estricta disciplina a las disposiciones del centro dirigente; además, el partido debe contar con la misma disciplina de las fuerzas sindicales que dirige, de manera que pueda estar seguro de que gran parte de las masas lo seguirá, y tiene aún necesidad tanto de un encuadramiento de tipo militar de cierta eficacia, como de todo un equipamiento de acción ilegal (sobre todo de comunicaciones y enlaces incontrolables por parte del gobierno burgués) que le permitan conservar con seguridad la dirección del movimiento en la previsible situación de ser puesto fuera de la ley por medidas de excepción. Sobre todo al tomar una decisión de acción ofensiva, de la cual puede depender la suerte de un prolongado trabajo de preparación, el partido comunista deberá basarse en un estudio de la situación que no sólo le asegure la disciplina de las fuerzas que él encuadra y dirige directamente, que no sólo le haga prever que los ligámenes que lo unen a lo vivo de la masa proletaria no se romperán en la lucha, sino también que le garantice de que su influencia entre las masas y la amplitud de la participación del proletariado en el movimiento irán creciendo progresivamente en el curso de la acción, ya que su desarrollo podrá despertar y dar eficacia a tendencias naturalmente difundidas en las profundas capas de la masa.
42. - No siempre un movimiento general iniciado por el partido comunista con la intención de derrocar el poder burgués podrá ser anunciado abiertamente con este objetivo. Salvo en el caso de excepcional precipitación de las situaciones revolucionarias que subleven al proletariado, la consigna de trabar la lucha podrá referirse a reivindicaciones fundamentales que no son todavía la conquista del poder proletario, pero que en parte son realizables sólo a través de esta victoria suprema, pese a que las masas los vean como exigencias inmediatas y vitales, y en parte son objetivos limitados. En la medida en que son realizables por un gobierno que no es todavía el de la dictadura proletaria, dejan la posibilidad de detener la acción en un cierto punto que conserve intacto el grado de organización y de combatividad de las masas, cuando aparezca imposible continuar la lucha hasta la meta sin comprometer, con su desenlace, las condiciones de reemprenderla eficazmente en situaciones ulteriores.
43.- Ni siquiera debe excluirse que el partido comunista considere oportuno lanzar directamente la consigna de una acción aún sabiendo que no se trata de llegar hasta la conquista revolucionaria suprema, sino sólo de conducir una batalla de la cual el adversario salga con su prestigio y su organización quebrantados y el proletariado material y moralmente reforzado. En tal caso, el partido llamará a las masas a la lucha, formulando una serie de objetivos que podrán ser aquellos a los que realmente apunta, o que aparecerán más limitados que los que se propone alcanzar en el caso de que la lucha se desarrollo con éxito. Sobre todo en el plano de la acción del partido, dichos objetivos deberán ser pergeñados gradualmente de modo que la conquista de cada uno de ellos constituya una posición de posible reforzamiento para el sostén de luchas posteriores, evitando al máximo la táctica desesperada de lanzarse a la lucha en condiciones tales que sólo el triunfo supremo de la revolución constituya la probabilidad favorable, mientras que en el caso opuesto exista la certeza de la derrota y de la dispersión de las fuerzas proletarias por un periodo imprevisible. Los objetivos parciales son, pues, indispensables para conservar el control seguro de la acción y su formulación no está en contradicción con la crítica que debe hacerse de su contenido económico y social cuando son considerados por las masas no como ocasiones de lucha, como un medio de encauzarlas hacia la victoria final, sino como finalidades de valor intrínseco y sobre las cuales podrían detenerse después de haberlas conquistado. Naturalmente, siempre es un delicado y tremendo problema el de fijar los fines y los limites de la acción, y es con la experiencia y con la selección de sus dirigentes que el partido se templa para esta suprema responsabilidad.
44.- El partido debe evitar hacerse y propagar la ilusión de que en una situación de estancamiento de la combatividad del proletariado sea posible provocar el despertar de las masas para la lucha gracias al simple efecto del ejemplo dado por un grupo de audaces que se lance al combate e intente golpes de mano contra las instituciones burguesas. Las razones por las cuales el proletariado puede levantarse de una situación de depresión hay que buscarlas en el real desenvolvimiento de las situaciones económicas; la táctica del partido puede y debe contribuir a este proceso, pero con una obra mucho más profunda y continua, que no sea el gesto clamoroso de una vanguardia lanzada al asalto.
45.- No obstante, el partido se servirá de sus fuerzas y de su encuadramiento para realizar acciones bien controladas en su proyecto y en su ejecución por parte de grupos armados, de organizaciones obreras y de multitudes, que tengan valor demostrativo y defensivo con la mira de dar a la masa la prueba concreta de que con la organización y la preparación es posible enfrentar ciertas resistencias y contraataques de la clase dominante, sean como imposiciones terroristas de grupos reaccionarios armados o como impedimentos policíacos a determinadas formas de organización y de actividad proletarias. El objetivo no será el de provocar una acción general, sino el de llevar nuevamente a las masas deprimidas y desmoralizadas hacia el más alto grado de combatividad, gracias a una serie de acciones que se articulen para despertar en ella los sentimientos y la necesidad del contraataque.
46. - El partido evitará absolutamente que en tales acciones locales se llegue a la infracción de la disciplina interna de los organismos sindicales por parte de los órganos locales y de los comunistas que militan en ellos, puesto que éstos no deben llegar a la ruptura con los órganos centrales nacionales dirigidos por otros partidos, debiendo, como ya ha sido dicho, servir al partido como puntos de apoyo indispensables para la conquista de los mismos. Sin embargo, cuando las masas respondan espontáneamente a las provocaciones burguesas, el partido comunista y sus miembros las seguirán ofreciéndoles activamente todo su apoyo, rompiendo incluso con la disciplina de inacción y de pasividad de los dirigentes de los sindicatos reformistas y oportunistas.
47.- En la situación que es característica del momento en que el poder del Estado es quebranto en sus bases, y en que está por caer, el partido comunista (que estará en pleno despliegue de sus fuerzas y de agitación de las masas en torno a sus consignas máximas) no dejará escapar la posibilidad de influir en los momentos de equilibrio inestable de la situación, aprovechando para ello todas las fuerzas momentáneamente concomitantes en la dirección de su acción independiente. Cuando el partido esté bien seguro de conquistar el control del movimiento en cuanto la organización tradicional estatal haya cedido, podrá recurrir a acuerdos transitorios y contingentes con otros movimientos que dispongan de fuerzas en el campo de la lucha, sin hacer de tales alianzas un motivo de propaganda ni una consigna del partido para las masas. En todos los casos, el éxito será la única medida tanto de la oportunidad de haber accedido a tales contactos, como también para efectuar el balance que inmediatamente se deberá extraer. La táctica del partido comunista no está dictada por preceptos teóricos o por preocupaciones éticas y estéticas, sino sólo por la real proporción de los medios al fin y a la realidad del proceso histórico, según la síntesis dialéctica de doctrina y de acción que es el patrimonio de un movimiento destinado a ser el protagonista de la renovación social más vasta, el conductor de la guerra revolucionaria más grande.