Hugo Blanco

 

Acá debemos elaborar nuestra propia política

Entrevista de Vicente Romero

 


Fuente: Hugo Blanco y Vicente Romero, «Acá debemos elaborar nuestra propia política», Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea], 36 | 2018. Publicado el 24 enero 2019, consultado el 07 octubre 2024. URL: http://journals.openedition.org/alhim/6529; DOI: https://doi.org/10.4000/alhim.6529
Publicado en marxists.org: Octubre de 2024.
Derechos: El texto se puede utilizar bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0.


 

 

 

 

Hugo Blanco Galdós (Cusco, 1934), desde su niñez es bilingüe castellano-quechua. En la década de 1960 se hizo conocido a nivel mundial como dirigente revolucionario implicado en el movimiento campesino-indígena de La Convención (Cusco). En 1966, la solidaridad internacional impidió su condena a la pena de muerte, pero fue sentenciado a 25 años de prisión. Fue amnistiado en 1970. Ha efectuado 14 huelgas de hambre y sufrido 4 deportaciones. Es autor de Tierra o Muerte (1971), de Nosotros los Indios (2017, tercera edición ampliada) y director del mensuario Lucha Indígena (noviembre 2006- ). Después de la caída de la Unión Soviética, concentró su trabajo en el medio indígena llegando a ser reconocido como líder indígena. Entrevista realizada en Lima, el 03.07.2017.

 

VR [Vicente Romero]. Podrías explicarnos por favor, como luchador social, el desarrollo del movimiento campesino de La Convención, con los sindicatos campesinos, las tomas de tierras, la reforma agraria campesina y las autodefensas.

La Convención fue un caso excepcional. Como subieron de precio los productos como el cacao, el café, el té, el Ministerio de Hacienda promovió el “denuncio de tierras de montañas", que era la venta de terrenos a los que quisieran colonizar, porque eran, decía, terrenos deshabitados[1]. Para el gobierno, los machiguengas, huaichipaires y piros no eran gente, entonces los desplazó para entregar la tierra a otros. Los amazónicos, por supuesto que no se quisieron quedar, no iban a trabajar para los hacendados. Como son “primitivos", no saben que hay que trabajar para otro, tuvieron que replegarse[2].

Los hacendados llevaron a esa zona campesinos de la sierra, de todas las provincias de la sierra de Cusco, Apurímac, Ayacucho, Puno; incluso iban algunos arequipeños que se sentían orgullosos de no entender quechua. Iba gente desconocida entre ellos, pero el sistema era el mismo de la sierra, el sistema feudal. El campesino que iba a trabajar en la provincia de La Convención y Lares era “arrendire", es decir, la tierra que ocupaba era en “arriendo", que pagaba con una cantidad de días trabajando en la hacienda, llamada “condición". Estas eran inmensas; el arrendire recibía una extensión de tierra, pero no tenía tiempo para trabajarla y trabajar además para el hacendado. Debía esperar tres, cuatro años para que crecieran las plantas y para cosechar lo que le daría dinero (coca, café, té, cacao, árboles frutales). Eran cuatro años de hambre, alimentándose de yuca, maíz, uncucha, malanga, ... El arrendire tomaba “allegados", a quienes subarrendaba un pedacito de tierra y a los que hacía trabajar tres días para él o para el hacendado, pero a su nombre, si su obligación era trabajar doce días para el hacendado. Además, había los “habilitados" u obreros agrícolas generalmente temporarios, pagados por hacendados, arrendires o allegados.

La gente que había ido era gente un poco audaz, pues era un campesino que dejaba su comunidad o la hacienda donde estaba trabajando y se iba allá a un lugar de clima y forma de vida muy diferente. Esa gente se vinculó con la Federación de Trabajadores del Cusco que les apoyó para hacer sus sindicatos de campesinos. Los sindicatos iban a la Inspección de Trabajo y allí se quejaban y discutían con el hacendado su pliego de reclamos: ocho horas de trabajo; rebaja de los días de “condición"; supresión de la pallay (que la mujer y los niños no tengan obligación de trabajar); cese de los juicios de desalojo de arrendires; libertad sindical, etc.

Por entonces, para mí el proletariado era la vanguardia. Vine a Perú luego de haber trabajado en una fábrica empaquetadora de carne en Argentina. Llegué a Lima. Trabajé en fabriquitas chicas, hasta que por fin encontré un trabajo en una fábrica grande. Paralelamente me relacioné con la Confederación Campesina del Perú (CCP); con Juan Hipólito Pévez, su fundador y Secretario General, y con Ernesto Quispe Ledesma, Secretario de Organización. Fui nombrado subsecretario de organización; participé en una huelga en la hacienda Calera y en una asamblea de yanaconas. En la fábrica donde trabajaba me portaba bien para afiliarme al sindicato luego de seis meses, pero vino Nixon y varios grupos de izquierda preparamos una contramanifestación más fuerte a la que habíamos imaginado, y la represión fue también fuerte. Fueron a mi casa, donde vivíamos tres camaradas, buscando a los otros dos. Como también me buscarían, preferí irme a Cusco, a mi tierra, a la ciudad. Organicé a los canillitas, los vendedores de periódico, que eran explotados. En esos años el periódico no se vendía en quiosco. Los organicé en sindicato y fui su delegado ante la Federación Departamental de Trabajadores del Cusco (FDTC).

El dueño del periódico principal del Cusco me hizo detener por haber organizado a los canillitas. Me encontré en la comisaría con Andrés González, un compañero campesino de La Convención, dirigente del sindicato de Chaupimayo, a quien había conocido en la Federación y visto también en la oficina de mi suegro, que era abogado de la FDTC y militante del Partido Comunista. González me dijo: “Como estás sin orden del juez, a ti, te van a soltar mañana. Pero a mí, me van a pasar a la cárcel. Yo estoy preocupado, porque soy el tercer dirigente del sindicato que está preso. Y como el hacendado es feroz, la gente puede asustarse y retroceder"[3]. Yo le dije: “Yo me voy a Chaupimayo". “Bueno, anda a la cárcel, a hablar con los otros", me dijo. Me dieron libertad y fui a la cárcel, a visitarlos. Ahí estaban ya los tres dirigentes presos. Cuando les propuse ir a Chaupimayo, ellos acordaron y aceptaron y dieron instrucciones a un campesino que les iba a visitar para que me espere con caballo en la estación de tren de Chaullay, en La Convención, para luego ir a Chaupimayo. Llegué luego de unas 8 horas de viaje y me recibieron bien, pues era mandado por sus dirigentes. En Chaupimayo, fui allegado, pero no uno cualquiera, que tiene que hacer todo. Me dieron un cafetal y un cocal ya en producción. Me decían: “Tú, siéntate a la máquina". Pero no voy a estar todo el día en la máquina de escribir. Iba a la chacra del compañero a quien correspondiera, a cuidar la chacra evitando que entren animales, el majás,… Y también en la chacra se habla pues, de los problemas.

Desde mi llegada vi que la organización de la Federación era fundamentalmente artesanal, y que su vanguardia era el campesinado de La Convención[4], con sus sindicatos afiliados directamente a la FDTC. Los sindicatos campesinos eran de arrendires y allegados, entre los cuales generalmente había mutuo beneficio y unidad. En La Convención, la gente hablaba quechua. Al principio mi quechua era un poco motoso, porque al ir a Argentina no lo hablé, pero pronto lo recuperé. Lo hablé siempre en La Convención. Entré como delegado del sindicato de Chaupimayo, para no tener trato directo con el hacendado. Fui a la Federación, dirigida por los estalinistas, pero me rechazaron cuando se enteraron de que era trotskista.

Al regresar de un viaje a Lima y participar en la ciudad del Cusco en el paro convocado por la FDTC, caí preso por dos meses. El mismo día los campesinos de La Convención realizaban su primer paro. A los 8 días de una huelga de hambre fui liberado cuando, por presión del sindicato de Chaupimayo, la Federación amenazó con un paro. Los dirigentes de la FDTC siguieron impidiendo mi presencia en su local y en los congresos de formación de la Federación Provincial de Campesinos de La Convención y Lares y de la Federación Departamental de Campesinos del Cusco. Decían que, como trotskista, era agente del imperialismo y además agente enviado por los gamonales para derrumbar a los sindicatos. Como seguí activo en las bases y en sus luchas, terminaron por admitirme como representante de mi sindicato.

El sindicalismo campesino en el Cusco tomó fuerza y también las tomas de tierras.

Chaupimayo, Masapata y Chancamayo habían sido los primeros sindicatos campesinos de la provincia en empezar una huelga. Cuando había huelga, el arrendire no debía trabajar para el hacendado, y el allegado no debía trabajar para el arrendire. Como el campesino no recibía ni un solo centavo, para él era magnífico estar en huelga porque así tenía más tiempo para trabajar su tierra. Por eso la huelga podía durar. Algunos hacendados comenzaron a andar armados. Uno de ellos andaba disparando al aire y gritando: “¡Indios, ladrones! Nos están robando la tierra. ¡Los voy a matar!" Cuando los indios fueron a quejarse ante la Federación de La Convención por el maltrato del hacendado, les dije: “¡Vayan y quéjense a la policía!" Fueron, y en el puesto policial les respondieron: “¡Indios, sinvergüenzas! Todavía tienen cara de quejarse. Verdaderamente, el patrón tiene derecho a matarlos como a perros. Le están robando la tierra". Regresaron y contaron eso en la Federación. Entonces, les dije: “Bueno, ¿qué vamos a hacer? Los hacendados quieren matarnos, nos vamos a la comisaría y nos dicen que tienen derecho a matarnos como a perros: no nos queda otra sino defendernos nosotros mismos". Allá, los campesinos usan de la carabina y la escopeta para defender la agricultura de los animales silvestres. Entonces, algunos burócratas dijeron: “Sí, pero, estando armados borrachos, nosotros podemos dispararnos unos a otros". En respuesta, manifesté: “Sí, tienen razón. Entonces, para que no haya eso, mejor organizadamente hacemos comités de autodefensa". La Federación aceptó mi propuesta y encargó a dos compañeros la organización de Brigadas Sindicales de Defensa. Uno de ellos fui yo; sabían que en mi sindicato ya comenzábamos a prepararnos para la autodefensa. Fue por orden del campesinado que organicé la autodefensa. Por la persecución, ya no me movía del territorio de mi sindicato, que quedaba muy lejos y no había carreteras cercanas. Si venían los policías, una hora antes de que lleguen ya sabíamos cuántos venían, de qué grados y con qué armamento. Nosotros nos íbamos dejando encargado ahí a una compañera para que les invite caldo de gallina. Llegaban los policías, les llamaban e invitaban caldo de gallina; averiguaban por los que estábamos con orden de captura. Daban algunas vueltas en el pueblo y se iban, luego nosotros regresábamos.

Para entonces el gobierno de Prado tenía un proyecto de reforma agraria. Los militares que le dieron un golpe de Estado dictaron la Ley de Bases para la Reforma Agraria, sin pensar cumplirla. A diferencia de los policías, los hacendados dejaron de amenazar. La Federación provincial hizo una evaluación y constató la inversión de la situación entre los sindicatos. Ya no era ventajosa para los que no habían firmado pacto con el hacendado y las autoridades, sino para los que lo habían firmado. Para evitar divisiones, decidió: “Mientras no se cumpla la Ley de Reforma Agraria, la huelga va a ser general". Nuevos sindicatos se declaraban en huelga. Hicieron llamar a la brigada sindical cuando estaba en el valle de San Miguel. Organizamos el sindicato en una hacienda, también se declaró en huelga. A su pedido, comunicamos al hacendado que dejaban de trabajar para él. Pero rechazaron que la brigada tome posesión de armamento, dinero y otros bienes del hacendado, pues no aceptaban ser acusados de ladrones. No estábamos de acuerdo, pero les dijimos que ellos mandan en su territorio y no nosotros por estar armados.

La represión se agravó. Declararon fuera de ley a la Federación provincial y a los sindicatos; en lugares cercanos a carreteras las asambleas sindicales eran disueltas a culatazos por los policías. El jefe de la Guardia Civil dijo por radio: “Primero, vamos a reprimir en la sierra, donde es más ralo el sindicalismo de campesinos". Y mataron a unos compañeros que iban a un mitin en la sierra. “Después vamos a reprimir La Convención. Y después, Chaupimayo". Era un plan orquestado.

Como ya no había Federación, tres o cuatro sindicatos de las partes lejanas nos juntábamos para hacer una asamblea en conjunto. Un día vino un campesino de Lares, de las alturas donde cultivan papas, y me dijo: “Compañero, yo soy Tiburcio Bolaños, secretario general del Sindicato de Qayara. Ha ido a buscarme el hacendado con un guardia. Como no estaba, encontraron a mi ahijadito y creyeron que era mi hijo. Le dijeron: “¿Dónde está tu papá?" El pobrecito, les dijo: “no sé". El hacendado le pidió el arma al guardia, y con el arma del guardia le amenazó al niño, y le dijo: “Si no hablas dónde está tu papá, te mato". Como el chiquito no sabía, se puso a llorar… Y así, de dos o tres metros de distancia, le disparó en el brazo al chiquito. ¿A qué autoridad puedo quejarme?". Yo le dije: “¿A qué autoridad tú te vas a quejar, compañero? Todas las autoridades están contra nosotros. Quéjate a los otros, tus compañeros de Chaupimayo, Paltaybamba, Qochapampa y Limonpata, que están reunidos ahora". Fue, y los de la reunión dijeron: “Tenemos que mandar una comisión para que le pida cuentas a ese hacendado. Y la comisión que vaya armada, porque ese hacendado anda armado. ¿Quién va a encabezar?". Algunos me propusieron, otros en consideración de que estaba perseguido dijeron que no podía salir del territorio de Chaupimayo. Entonces yo he dicho: “Bueno, compañeros. El caso es tan grave, que, si ustedes quieren, voy yo". Entonces dijeron que yo vaya y que escoja a la gente. Como estaba perseguido, los otros sindicatos mandaban a la gente que ellos elegían para que practiquemos la autodefensa en el territorio de mi sindicato. Por acuerdo de la comisión, compuesta de gente de varios sindicatos, se llamó Brigada Sindical de Defensa Remigio Huamán[5]. Fuimos en dirección de Qayara, algunos armados. Teníamos que eludir los puestos policiales. Logramos eludir uno, pero no pudimos eludir el de Pujyura. Emboscamos el puesto, redujimos a los dos guardias que lo defendían. Resultó herido un policía, lo socorrimos y lo dejamos en libertad, era el guardia que había prestado su arma al hacendado de Qayara. Por lo sucedido en Pujyura, ya no fuimos a Qayara.

Los del sindicato de Paltaybamba vinieron a Chaupimayo y pidieron el envío de una comisión. “Queremos que se vaya el hacendado, ya no tiene nada que hacer aquí", dijeron. Era la hacienda que quedaba frente a nosotros, que trabajaba caña de azúcar y hacía licor. La huelga en Paltaybamba consistió no solo en no ir a trabajar donde el hacendado sino también en hacer licor para el sindicato con el cañaveral de la hacienda. Fue una comisión armada, y le dijeron al hacendado: “Bueno señor, por favor ya váyase, usted ya no tiene nada que hacer acá". El hacendado aceptó: “Está bien, me voy. Pero, por favor, no toquen nada de este cuarto, porque acá tengo mis recuerdos familiares". Le prometimos no tocar esas cosas. Y le acompañaron con banda de música y con cuetes, hasta la punta de carretera. Pero como había un puesto en Paltaybamba, sabíamos que tenían que venir guardias, o salir de ahí. Entonces, les hicimos una emboscada. Me puse al medio, y dije que no dispare nadie mientras yo no dispare. Puse vigías en dos lugares. Pensaba salir, amenazar, desarmarlos y que se vayan. Pero uno de mis compañeros se puso nervioso y mató a dos policías. En el juicio que me hicieron posteriormente declaré que yo he sido el causante de esas muertes. Ahora, desde que he sido amnistiado, puedo decir que no fui yo sino el otro.

Por la muerte de esos dos policías, atacaron Chaupimayo. Las mujeres, les tiraban ceniza a los ojos de los policías cuando les agredían a ellas en sus casas. Ellos, a culatazos agarraban[6] a las mujeres. Al ver que estaban cometiendo esos abusos, un compañero, Simón Oviedo, que por estar mal del pie no había ido con nosotros a Paltaybamba, se desesperó y enrostró a los guardias. Con su corvo –su cuchilla curva–, quiso atacarlos, pero los policías lo acabaron a balazos con sus metralletas. Cuando estaban regresando los guardias de Chaupimayo, al saber que habían matado a Simón Oviedo, los esperaron en el puente de Chaullay. Claro, mataron a algunos campesinos, pero ellos también les quitaron las armas. Eso fue significativo. Porque los guardias comprendieron que, aunque nos tomaran presos, iban a surgir otros grupos de autodefensa. Por eso, en lo inmediato dejaron de cometer atropellos contra los campesinos[7].

Después de esto, dispersaron nuestra Brigada y luego capturaron a la mayoría de sus miembros. Yo caí en mayo. Según una ley, tenían que llevarme a la cárcel del Cusco, pero me llevaron al cuartel del Cusco. Luego de tres años, cuando fui condenado a 25 años de prisión, me trasladaron a la isla penal del Frontón. A los 7 años, me liberó el gobierno militar de Velasco Alvarado, pero al año siguiente me deportó.

Volviendo a lo de la reforma agraria. Cuando nosotros ya estábamos presos, el movimiento retomó fuerza, la huelga siguió extendiéndose hasta en cien haciendas. No fue, como dijeron, la reforma agraria de Hugo Blanco. La huelga fue general[8]. Dos hacendados pidieron al Ministerio de Agricultura que, por favor, hicieran la reforma agraria de sus haciendas como mandaba la ley. Entonces fue el Ministerio de Agricultura, hizo el catastro y el juez hizo la reforma agraria. ¿Por qué pedían que hagan la reforma agraria? Porque con la reforma agraria del gobierno, una buena parte de la tierra se quedaba con el hacendado, las mejores tierras. Como nadie más fue, entonces el Ministerio de Agricultura mandaba a los funcionarios para que vayan a hablar con los sindicatos campesinos. Al secretario general le decían: “Estamos viniendo por orden de gobierno, para entregarles la tierra". Y allí decían “Acá no necesitamos las leyes del gobierno. Acá se cumple la reforma agraria del campesinado, que dice que al hacendado no se le deja ni un palmo de tierra ni se le da un centavo. Es él el que tendría que pagarnos, por habernos hecho trabajar tanto tiempo sin pagarnos". Y así se hizo en toda La Convención. Allí, nadie dice “la reforma agraria de Hugo Blanco". Pero en partes del interior, como necesitan un nombre, entonces dicen que, a los gritos de “Hugo Blanco", tomaban la tierra. Por ejemplo, en Huanoquite, en el pueblo donde me crié de chico, un borrachito me dijo “Gracias a ti, tenemos la tierra". En Celendín (Cajamarca), en varias partes tomaban la tierra a los gritos de “¡Viva Hugo Blanco!". Ya estaba en el gobierno el “gran demócrata" Belaúnde, que contestaba a balazos las tomas de tierras. Hizo matar gente, en Solterapampa (Cusco), en diferentes partes. Como en todas partes seguían las tomas de tierra, la burguesía industrial se preocupó de que la rebelión del campo se trasladara a la ciudad; sabía que jamás iba a salir una buena ley de reforma agraria, porque los parlamentarios eran los hacendados y jamás iban a sacar leyes en contra de sus intereses inmediatos. Entonces, la burguesía industrial impulsó el golpe de Velasco. Porque le convenía también que la tierra esté en manos del campesino para que contribuyera a la industria, vendiendo y comprando para la industria. Ha sido la burguesía industrial la que puso al gobierno a Velasco y la que terminó la reforma agraria.

Estando preso y luego en libertad me propusieron participar en ese proceso de reforma agraria. Como tanto insistían les dije: “Está bien, ya, voy a trabajar en la reforma agraria de Velasco, pero con una condición: que no se haga la reforma agraria que yo quiero, pero tampoco la que diga el gobierno. Que se pregunte a cada sector: ¿cómo quieren? Si quieren parcelación, se parcela; si dicen comunidad, se hace comunidad; si dicen cooperativa, se hace cooperativa"[9]. Por supuesto no iban a aceptar esto. Uno no le va a plantear a un gobierno militar que sea democrático pues. El gobierno militar me prohibió salir de Lima, para que no hable con el campesinado, y después me deportó a México. Entonces, cuando ahora me preguntan, “¿Cuál ha sido el mejor gobierno del Perú?", digo “Bueno, el menos malo es el gobierno que me deportó", el de Velasco Alvarado. Porque por lo menos liquidó el latifundismo, a su manera, pero liquidó el latifundismo con características feudales.

Sobre la autodefensa armada, debo decir algo más. Cuando estábamos formando las brigadas sindicales de defensa en Chaupimayo, vino a verme Luis de la Puente Uceda, el líder de las guerrillas del MIR y que luego cayó en Mesa Pelada, en La Convención. Vino a visitarme y me dijo “¿Cuándo se levantan ustedes?". “No sé, Cuando la gente lo diga pues", le contesté. “No, eso no debe ser así. Es el partido el que tiene que decidir eso". Le dije: “Respeto mucho tu opinión; pero esa es la discrepancia que tenemos. Yo creo que el partido tiene derecho a proponer, pero no a ordenar. El que ordena, es la colectividad". Eso habíamos hecho nosotros: cuando ya no había Federación, la asamblea de cuatro sindicatos nos ordenó prepararnos y salir armados.

Creo que la democracia se debe usar en la cuestión armada también, porque es un asunto muy delicado. Se debe hacer cuando la gente lo ordena. Cuando fui expulsado a Chile, participé en el Cordón Industrial Vicuña Mackenna. Con la finalidad de impedir el triunfo del golpe militar, ya ensayado en junio, propicié más bien que los compañeros de la IV Internacional que estaban por la guerrilla participen en la autodefensa obrera del Cordón. Bueno, yo respeto mucho al Che Guevara, pero en ese sentido discrepo con él. Él no tenía confianza en la movilización de la gente y verdaderamente pensaba en una acción de vanguardia. En eso, yo discrepo totalmente con todas esas formaciones de esos grupos. Inclusive con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), que no ha sido terrorista. Yo pido la libertad de Polay, líder del MRTA, pero discrepo de su método. Porque en eso, en la lucha armada como en todo, tiene que ser la colectividad la que mande.

VR. Como dirigente político, ¿cuál es tu relación teórica y práctica con el marxismo y el trotskismo antes y después de la caída de la Unión Soviética?

Te voy a decir la historia de mi vida política. Cuando era adolescente y vivía en Cusco, en el Perú gobernaba el general Odría (1948-1956). Teníamos una cosa parecida a un círculo de estudios de dos colegios, del colegio de Salesianos y del colegio de Ciencias. Nos reuníamos, éramos simpatizantes de izquierda en general. Llamábamos a los universitarios para que vengan a instruirnos, pero ellos no querían hacerlo, porque era un delito ser aprista o ser comunista; y por temor a nuestra inexperiencia. Entonces, estábamos huérfanos. Leíamos a González Prada, a Haya de La Torre (El Antimperialismo y el Apra), Los 7 ensayos, de Mariátegui, así… Óscar, mi hermano mayor que había estado preso en el Perú, se fue a Bolivia y luego a Argentina para estudiar agronomía en La Plata. Cuando terminé el colegio, también decidí estudiar agronomía y mi papá me mandó igualmente a La Plata. Cuando pasé por Bolivia me sorprendí, porque había bastante material revolucionario; compré bastantes cosas. No sabía que el año ‘52 había habido la Revolución Boliviana, que desarmó en pocos días al ejército y a la policía y solamente quedaron las milicias del MNR y las milicias de la Central Obrera Boliviana (COB). Pero lo repusieron a Paz Estenssoro, que reorganizó el ejército, diciendo: “Este ejército ya no va a ser como el ejército anterior. Este ejército va a ser para servir al pueblo". Después le sucedió Siles Suazo; después volvió a ser presidente Paz Estenssoro. Entonces, como el ejército estaba reorganizado, ya pudo hacer el golpe, ¡a Paz Estenssoro, en su segundo gobierno! Bueno, cuando llegué a La Plata, el cuarto de mi hermano, que también era mi cuarto, prácticamente era el local de la célula aprista de La Plata. Ahí se reunían, llegaban los deportados del APRA. Entonces, con toda avidez les preguntaba del APRA. Y el APRA que me mostraban ya no me gustaba, porque ya no era el del Antimperialismo y el Apra. Comenzaba la desviación del APRA. Mi hermano me vacunó contra el Partido Comunista. Me dijo: “A veces apoyan a Perón, otras veces están contra Perón y se alían con la derecha. De Prado, dicen que es el Stalin peruano", etcétera. Como ya no había dictadura en Argentina, preguntaba a los comunistas, y los comunistas no sabían darme razón tampoco. Entonces, no me gustaba ni el Apra ni el Partido Comunista. Mi hermano me dijo que había apristas rebeldes, como Chang y Yaranga, pero no estaban ahí. Me dijo también que había trotskistas. Ya la última vez que había estado en Lima, había leído sobre la captura de una célula del Partido Obrero Revolucionario (POR); publicaron su programa y el programa me gustó. Por eso, yo andaba en búsqueda de apristas rebeldes, de gente del POR, de trotskistas. Militábamos con mi hermano en el Centro de Estudiantes Peruanos de La Plata, que por primera vez había caído en manos de la izquierda. Una vez fue un compañero de Buenos Aires y planteó que había que manifestar nuestro apoyo a Árbenz, contra el golpe de Castillo Armas en Guatemala. Aprobamos, por supuesto. Luego, en nuestro cuarto-“local" aprista supe que ese compañero era un trotskista. En la manifestación de apoyo a Árbenz, lo busqué y me confirmó que era trotskista y del POR y prometió conectarme con sus camaradas argentinos. Así lo hizo, y nos dieron charlas a un grupo de cusqueños sobre filosofía marxista, economía marxista, historia de las Internacionales, etc. Luego nos dijeron: “Si están de acuerdo con nosotros, con el programa que tenemos, entran al partido, pero como aspirantes". Porque hay tres categorías: militante, aspirante y simpatizante. El aspirante tiene todas las obligaciones del militante, pero no todos sus derechos, no puede votar, por ejemplo.

En esos años yo entré al partido trotskista de Argentina, a una corriente de la IV Internacional. A los peruanos, nos privilegiaron, porque teníamos que regresar al Perú. Yo y Carlos Valer íbamos a las reuniones del Comité Central, siendo aspirantes. Asistíamos para que asumiéramos experiencia para regresar al Perú y reorganizar el partido acá. Luego dijeron: “Al primero que votan de la fábrica, se va al Perú". Los trabajos en la fábrica eran temporales; yo había dejado la universidad. Como fui el primero que votaron de la fábrica, me vine al Perú, a Lima, en búsqueda de trotskistas. El “Mocho" Zevallos había salido del Frontón. Con él reorganizamos el POR. Carlos Howes también estuvo al principio.

Bueno, yo he sido marxista, y he sido trotskista también. Pero a Marx, cuando le preguntaron si era marxista, él dijo que no, que el marxismo no existe. Y Trotsky dijo: “¿Qué es el trotskismo? No hay trotskismo. Estamos reunidos en la IV Internacional, todos los que luchamos contra la burocracia soviética. Porque esta burocracia da su línea que les da ventajas a ellos como burocracia, y hace pasar eso como marxismo-leninismo". El Partido Comunista de la Unión Soviética, que había disuelto la III Internacional organizada por Lenin, daba la línea a todos los partidos comunistas del mundo, en defensa de sus intereses burocráticos. Trotsky añadió: “La burocracia no tiene destino histórico, porque no es una clase, sino la excresencia de una clase. Si no retorna a manos de los trabajadores, va a ser aplastada por el capitalismo". Esta era la posición correcta para mí, y es lo que ha sucedido. La burocracia soviética se fue a la mierda. Los principales dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética son ahora los mejores neoliberales de Rusia. O sea, el trotskismo, la IV Internacional eran para combatir a ese poderoso Partido Comunista y su burocracia. Pero el estalinismo, la burocracia soviética y el Partido Comunista ya se han podrido por adentro, entonces, ¿para qué trotskismo, para qué IV Internacional?

Por supuesto, las cosas que he aprendido del marxismo, del trotskismo me sirven ahora. Por ejemplo, está el Programa de Transición, el Método del Programa de Transición; eso sigo usándolo. Pero ya no me digo trotskista. Respeto a Trotsky, las cosas que he aprendido de él sigo utilizándolas, pero no creo que ahora sea necesario ya el trotskismo ni la IV Internacional. Me junto con todos los que luchan por los pueblos. De los pueblos indígenas, ahora sí, yo reivindico cosas.

Hay un principio dialéctico que se llama la negación de la negación. Primero es la afirmación, que es la tesis, después viene la negación que es la antítesis, y después viene la síntesis que resucita a la tesis, pero le agrega cosas de la antítesis. Yo creo en eso, que Marx tomó de Hegel. En este caso, la tesis sería los pueblos indígenas del mundo; la antítesis, la civilización que vino con la organización vertical; la síntesis, resucita a la tesis, o sea resucita a la comunidad primitiva y le agrega las ventajas de la civilización que no hagan daño a la humanidad. Yo creo eso. Creo también que hemos sido muy euro-centristas, y que tenemos que pensar acá. Pero acá debemos elaborar nuestra propia política.

VR. ¿Cómo evolucionó tu comprensión de lo indígena y cuáles serían las principales características de la cosmovisión indígena?

Ciertamente, desde niño crecí inmerso en el quechua[10]. Por ejemplo, en el Cusco para estudiar usaba la coca. A mi papá le pedí me mandara a Argentina el diario El Comercio, vocero de los importadores, pero también hojitas de coca, porque yo extrañaba la hojita. Cuando estuve en La Convención yo usaba, pero criticaba la coca. Después he aprendido que la hoja de coca no es negativa.

Partamos de algo más básico. A los pueblos indígenas del mundo nos llaman primitivos. Yo, eso, no lo tomo como un insulto. Guardamos los principios de toda la humanidad en sus orígenes. En los tiempos primitivos, antes de que existan las castas, las clases, la humanidad era horizontal; gobernaba la colectividad, no el individuo; había mucha solidaridad. Sin garras, ni colmillos, ni velocidad ni nada, lo que nos salvó es que estábamos unidos. Después surgieron las sociedades de castas como en el Incanato, como los Aztecas; después las clases, como en Europa, la clase esclavista, la clase feudal, la clase capitalista, ya comenzó la verticalidad; los que mandan y los que obedecen. Por supuesto, los que mandan, mandan en su provecho. También nos dicen salvajes. Eso, tampoco lo tomo como insulto, porque salvaje es un no domesticado. El cóndor es un animal salvaje; la gallina es un animal doméstico. Yo prefiero que me comparen con el cóndor y no con la gallina.

En las lenguas indígenas de nuestro continente se pueden expresar una variedad de casos culturales y afectivos que no es posible hacerlo en otras lenguas. Bueno, probablemente en nuestros idiomas como en castellano, hay palabras que, como Internet, no existen. Pero en castellano no podemos expresar con distintas palabras como es posible hacerlo en quechua en casos como: “sal; entra", o grados de afectividad; o “nosotros" exclusive o inclusive. Por ejemplo, en lo afectivo. Cuando el “gran demócrata" Belaunde me tenía ilegalmente incomunicado en la cárcel de Arequipa solamente podía recibir la visita de mis parientes cercanos, y con un sargento escuchando. Llegó mi madre, quise decirle cuánto la quería en mi idioma, pero el sargento, como no sabía quechua, dijo: “¡Hable en castellano!" No tenía el derecho de decirle a mi madre cuánto la quería, en mi idioma. Porque, afectivamente, “mama" es madre; “mamay", madre mía; “mamachay", madrecita mía; “mamacachay"; “mamacachallay"; ya no existe en castellano. Entonces, son grados de afectividad mayores. Entonces, ese es otro atropello que cometían conmigo.

Hay indígenas en todo el mundo, inclusive en el norte de Europa, están los Samis, que son los pastores de renos, a quienes le dicen Lapones pero ellos se llaman Samis. Sus características son comunes.

En primer lugar, manda la colectividad, no es el individuo. Esa colectividad acá se llama Ayllu; algunos están deformados, pero en general en el Ayllu manda la colectividad, no el individuo. En México se llamaba Calpulli. En segundo lugar, hay gran solidaridad. Cuentan que un antropólogo francés estaba en Sud África, trabajando con los niños, y puso dulces y frutas al pie de un árbol, y les dijo: ¡Corran! El primero que llega se queda con todo. Los niños se dieron de la mano, corrieron y todos disfrutaron. Y les dijo: ¿por qué son tan tontos, si el primero que llegaba podía quedarse con todo? Y los niños dijeron: Si había uno que se quedaba sin dulces y frutas sufríamos todos. A ese principio, ellos lo llaman ubuntu. O sea, “existo porque existen ustedes" es la mentalidad de todos los indígenas del mundo, de cualquier continente que seamos, gran solidaridad. En tercer lugar, un gran respeto por la naturaleza. Antes de que vinieran los europeos, nadie era dueño de la tierra. La tierra no pertenecía ni al Inca ni a nadie, la tierra no tenía dueño, era la gente la que pertenecía a la Tierra. Por eso la palabra Mapuche quiere decir también “hijo de la Tierra". Pachamama, justamente significa eso. Es la palabra quechua que ha sido aprovechada, y la que se habla en todo el mundo, hasta en inglés, en Sheffield, ponen Pachamama. No sé cómo se dice en Nasa por ejemplo. Ha invadido la palabra quechua, pero en otros idiomas seguramente existen palabras con ese mismo sentido.

El mundo quechua tiene también esas características. Claro, a veces, un poco deformado. Estas características son más fuertes cuanto más primitiva es una sociedad. Por eso siempre cuento que, cuando estuve en La Convención, que es una zona semi-amazónica, un campesino quechua me dijo en quechua: “Los chunchos son ociosos". Chunchos, parece que es la palabra despectiva desde la época del Incanato hacia los amazónicos. “Te voy a contar una anécdota más, –me dijo. Un hacendado le dijo a un chuncho que talara un espacio para convertirlo en tierra cultivable. Que le iba a pagar un machete; no le iba a dar dinero porque el amazónico qué sabía de dinero. Entonces, el amazónico lo hizo tan bien y tan rápido que quedó positivamente impresionado el hacendado y le dio su machete, y le dijo: “Ahora te ofrezco un negocio redondo. Tala la cuarta parte de lo que has talado y te doy otro machete". El amazónico lo miró extrañado, Machiguenga creo era. Y le dijo: “Pero si tengo solo una mano derecha, ¿para qué necesito dos machetes?", y se fue. No quería progresar; quería vivir". Esto me dijo un quechua, en quechua, para demostrarme que son ociosos los amazónicos. Para mí, que el amazónico no quería “progresar", quería vivir solamente. Otra característica que veo en los amazónicos: no hacen chacras, de ningún cultivo. En la sierra hacemos chacras, chacra de papas, chacra de maíz, entre otros. Los amazónicos cultivan todas las cosas en conjunto y talan una parte de la selva. Después de unos años, le devuelven esa parte a la selva y talan en otra parte. En ese sentido, yo admiro más al amazónico que a mis congéneres, los quechuas.

Manda la colectividad, hay gran solidaridad, hay gran amor y respeto por la naturaleza, que es nuestra madre. Esas son características de todos los indígenas del mundo. Los sociólogos lo han llamado el buen vivir. El indígena no dice buen vivir, porque para él es simplemente vivir, pero parece apropiado ese nombre que le han puesto de buen vivir. El sumac kawsay, es su traducción en quechua, aunque para el quechua solamente es kawsay.

VR. ¿Cómo ves el actual movimiento social y político indígena en Perú y América Latina y cuál es el problema más grave por enfrentar?

En nuestro continente han surgido nuevas formas de organización, de lucha y de poder indígenas. En el Perú tenemos las rondas campesinas. ¿Cuál fue su origen? Yo estuve de diputado cuando las rondas campesinas demandaron su reconocimiento. En el parlamento decían que las rondas campesinas cometen el delito de usurpación de funciones y delito de secuestro y otras cosas más. Pero ¿por qué se formaron las rondas campesinas? Había mucho abigeato (robo de ganado). Entonces, los compañeros de Chota (Cajamarca) decidieron organizar rondas para agarrar a los ladrones y castigarlos. ¿Por qué? Porque la policía y los jueces estaban de acuerdo con los ladrones; incluso había jueces que tenían sus propios abigeos. Aparecieron las rondas, contra el abigeato y por la corrupción de la policía y de los jueces. Después se pusieron a cumplir tareas de justicia interna. El gobierno de Toledo dio una nueva ley de rondas, reconociéndolas como no sujetas al poder ejecutivo[11]. Me parece que las rondas son organismos populares que en el trotskismo llamábamos el poder dual. Claro que en Cajamarca ya no existen los Ayllus, pero las rondas ahí es una forma del renacimiento del Ayllu. En otras regiones, en el Ayllu también hay la ronda campesina, pero no es más que una de las funciones de la misma comunidad; le llaman también “rondas campesinas", pero son parte del Ayllu, de la comunidad, como en Quispicanchis y otras provincias del Cusco[12].

En México tienen experiencias propias. Fui invitado con Manuel Rosenthal y otros, a la toma de posesión del nuevo Consejo Municipal de Cherán. Peña Nieto tuvo que capitular y reconocer a ese consejo municipal indígena, diciendo: “Bueno, esos, como indígenas tienen derecho a aplicar sus usos y costumbres". Ahí está Cherán, el municipio del Estado de Michoacán. Por su parte, los zapatistas muestran que es posible que la colectividad gobierne. Son 22 años que están viviendo ellos así, en una parte de Chiapas. Allí hay elecciones; eligen al gobierno de los pueblos, de los municipios y a la Junta del Buen Gobierno de Los Caracoles. Y no votan un secretario general ni un presidente sino votan un conjunto de personas, de mujeres y varones donde todos tienen igual categoría. Después de un tiempo los cambian, generalmente por mitades, para que la mitad entrante aprenda de la otra mitad y después cambian a la otra mitad. Y no hay reelección, y nadie recibe un centavo, porque todos podemos pensar, no hay nadie indispensable. Estuve en las escuelitas zapatistas; nos dieron algunos materiales escritos por algunos de los niveles de gobierno, de los pueblos. Había uno, de una compañera que escribió: “A mí me nombraron para la Junta de Buen Gobierno". “Si hubiera sido para el pueblo, no importaba porque como yo les cocinaba a mi marido y a mis hijos, les hubiera seguido cocinando. Pero como tenía que salir del pueblo, entonces tuve que enseñarles a mis hijos a que cocinen. Y eso ha sido bueno, dice, porque ahora ya las mujeres de mis hijos pueden aceptar un cargo donde sea, como mis hijos ya ahora saben cocinar…". O sea, en el asunto de la mujer también están avanzando, el respeto a las mujeres. Están ya 22 años allá gobernándose así.

Eso mismo, ¿por qué no podemos hacer en otra parte? Los de Cherán no son zapatistas, ni los zapatistas son tampoco como los de Cherán. Los zapatistas dicen “No somos vanguardia, porque lo que pasa en Coahuila sobre sus reivindicaciones y cómo deben luchar, lo saben ellos, no nosotros. Entonces ¿cómo vamos a ser su vanguardia?". En las escuelistas zapatistas nos han enseñado todo eso, pero diciéndonos, “Por favor, no nos copien. Cada uno en su geografía y en su tiempo, sabrá cómo hace". En Perú, yo opino que estaba muy bien participar en elecciones; pero para decir lo que debemos hacer. Y ahora, los zapatistas también han decidido participar en las elecciones. Para organizar. Han consultado a las bases no solo del zapatismo sino a las bases del Congreso Nacional Indígena (CNI), donde están los indígenas de todo México. Han consultado a las bases, si estaban de acuerdo en lanzar una candidata a la presidencia; han dicho que sí. Y eligieron a una curandera como candidata y también un Concejo Indígena de Gobierno (CIG)[13], que van a servir para organizar y nuclear a todos los de abajo. Ahora, con esa junta de gobierno indígena van a decir qué hacer en México. Por supuesto, nunca los van a dejar llegar. En ningún país aceptan que la izquierda gane. Los aceptan como minoría en el parlamento. Así ellos pueden decir: “Acá también están los parlamentarios izquierdistas; no es culpa nuestra que no puedan convencer a sus compañeros de las cosas que ellos plantean". Pero la mayoría parlamentaria, jamás va a dejar en ningún país que la izquierda llegue al ejecutivo. Por último, para evitarlo hacen un golpe de Estado, pero no lo necesitan porque esta llamada democracia les es suficiente para seguir manteniendo el poder en manos de las grandes transnacionales, que tienen en su poder a los gobiernos del mundo (menos Cuba), a los poderes judiciales, a las fiscalías, al ejército, a la policía, a los grandes medios de comunicación.

Nosotros, los de abajo, tenemos que tratar de crear el gobierno de la gente misma.

Ahora la lucha fundamental es por la defensa de la naturaleza. El ataque de las transnacionales contra la naturaleza y a la humanidad es cada vez mayor, porque ellas tienen un mandamiento sagrado: cómo ganar más dinero en el menor tiempo posible. Ahora, cuanto más avanza ciencia y la técnica, más se ataca a la naturaleza porque usan los avances para ganar más dinero. En un folleto que saqué: “Economía peruana: ¿la que necesitan las transnacionales o la que necesita el pueblo peruano?", digo quiénes son enemigos de la naturaleza.

La principal riqueza del Perú es su biodiversidad. Tenemos la cordillera oriental, que es pluviosa, y la cordillera occidental, que es seca. Tenemos distintas alturas debido a los Andes, que van del norte a sur y no de este a oeste. El clima a 4,000 metros de altura en el norte es diferente al de 4,000 metros de altura en el sur; y eso da distintos microclimas y también distintas culturas. Y esa es nuestra principal riqueza. Uno de los ataques a esta biodiversidad viene de la minería. Por ejemplo, como ahora ya no hay vetas, la minería a cielo abierto o a tajo abierto tiene que volar cuatro toneladas de roca para sacar un gramo de oro, metiendo bastante agua y cianuro. Esa agua ya queda inutilizada para el uso directo, para la agricultura y la ganadería. La minería a cielo abierto es mala en cualquier parte, pero en una cabecera de cuenca, como en Conga[14], eso es criminal, porque envenena y mata las lagunas que van a nutrir subterráneamente a manantiales que brotan a distintas alturas, usados por el campesinado, lagunas que forman cuatro ríos, algunos de los cuales desembocan en el Pacífico y otros en el Atlántico. Por lo tanto, no va a matar solamente en Cajamarca, sino va a matar en todo su recorrido y al Amazonas. La extracción de petróleo es mala. Está envenenando los ríos del Amazonas; los niños se bañan en agua con petróleo. mata a los peces, de los que se alimenta la gente. Otro de los ataques viene de la agroindustria; del monocultivo con la misma especie y la misma variedad de la misma especie, año tras año. Eso también es dañino a la naturaleza. En la costa peruana, las grandes agroindustrias que producen alcachofas y espárragos chupan mucha agua, quitándola a la agricultura familiar, que es para alimentarnos. Un año siembra habas, o garbanzos, o arvejas, que como leguminosas que son, ingieren el nitrógeno del aire y lo pasan a la raíz; y al año siguiente siembra papas, que van a aprovechar ese nitrógeno, rotando cultivos alternos. La agricultura familiar deja en layme –como llamamos en quechua dejar una parte del terreno para pastoreo –, y al año siguiente se cultiva allí, y otra parte se deja en layme. En cambio, la agroindustria no solamente siembra la misma planta año tras año, sino que como sabe que está empobreciendo el suelo, mete fertilizante químico, que malogra y mata el suelo; insecticidas, herbicidas; porque saben que sin insectos no hay pájaros y los pájaros también mueren. Cuando fui a Buenos Aires, me explicaron que había tan poco pájaro porque Buenos Aires está rodeado de campos de soja que usan insecticidas.

El mar nuestro es otro mar rico, porque pertenecemos al Trópico de Capricornio. La Corriente fría de Humboldt provoca un movimiento horizontal y vertical de las aguas. Porque el agua caliente tiende a subir, y el agua fría a bajar. Por eso tenemos una rica variedad de fitoplancton y de zooplancton, que alimentan a una diversidad infinita de peces. Y todo eso es saqueado, para alimentar a los cerdos de Europa con harina de pescado, con la peladilla. En el mar, las grandes flotas de pesca industrial pescan las anchovetas, inclusive la peladilla –que son las crías de la anchoveta– y quitan estos peces a los pescadores artesanales, que nos alimentan. Hemos ido a los barcos que pescan y hacen harina de pescado, y los trabajadores se quejan porque la peladilla que pescan es resbaladiza, y puede provocar el vuelque del barco. Entonces, se cometen estos crímenes contra la biodiversidad, con la minería a cielo abierto, con la agroindustria, con la extracción de petróleo, con la gran pesca industrial.

Como ya es innegable el calentamiento global, las Naciones Unidas preparan las COP. La COP 20 se realizó en Lima, la COP 21 en París, la COP 22 en Marruecos. Acá en Lima, ¡no se acordó nada! Por eso marchamos contra la COP20, con Máxima Acuña. Antes de eso, hubo una reunión convocada por el que fue presidente de la Asamblea Constituyente en Ecuador, Alberto Acosta. Fue para hablar sobre la defensa de la Madre Tierra, porque no vamos a esperar que los enemigos de ella llamen a esta reunión, dijo Acosta. Unos norteamericanos dijeron “Ahora estamos tan jodidos como ustedes. Porque el último grito de la moda en la extracción de petróleo es el fracking, que consiste en meter a gran profundidad agua con sustancias químicas, para que salgan el gas y el petróleo. Y esa agua con sustancias químicas que meten ahí, se conecta con el agua que bebemos nosotros. Ahora, nosotros también estamos siendo envenenados". Entonces, hasta el pueblo norteamericano está siendo atacado por el “adelanto de la técnica y de la ciencia" que sirve al gran capital.

En la lucha contra Conga, hubo la Marcha del Agua. En esa marcha nos esperaban en cada pueblo, nos invitaban agua, nos invitaban comida en el camino. Hacían un mitin y decían “Acá estamos atacados nosotros también por la minería, de tal minera"; o decían “Acá no tenemos minas, pero hay una empresa que trabaja para la minera que vota la basura acá, en nuestro territorio"; o “acá no tenemos mina ni tenemos que ver con la minería, pero la agroindustria nos chupa el agua". Cuando hice una gira en Gran Bretaña, por Escocia y el País de Gales, me reuní con un grupo de peruanos que decían “Nosotros apoyamos al campesinado peruano: consumos espárrago peruano". Las transnacionales hacen campaña en el exterior con esa mentira: “Apoya al campesinado peruano, consuma espárrago peruano", pero ¡tienen aplastados a los obreros agrícolas peruanos! Como la Ley Pulpín, que provocó la rebelión de la juventud y tuvo que ser derogada, igual de discriminatoria también es la Ley para favorecer la agroexportación, contra el obrero agrícola. Favorecen a la agroexportación, no disminuyéndoles los impuestos quitándole derechos al obrero agrícola. En la Marcha del Agua hubo toda esa experiencia buena, y también la Bandera Verde, invento de un cajamarquino y su compañera europea: cosiendo pedacitos de bandera para formar una grande. Lucha Indígena puso su pedacito de bandera con un lema ecologista, el nombre de la organización. 500 personas en Lima no llaman la atención a nadie, pero 500 personas llevando una bandera verde, sí. Y había más de quinientas personas. Pero, cuando llegamos a Lima, la desinformación se impuso en la televisión. Me estaban entrevistando y en eso cortan: “Disculpe, disculpe. Atraparon al último senderista, a Artemio" … La Marcha del Agua fue replicada en Ecuador, eso fue bueno. Sin embargo, a veces se reúnen los compañeros anti-mineros, pero cada uno habla de su problema, y no coordinan.

El editorial de Lucha Indígena que estoy a medio redactar trata precisamente de la otra guerra del agua. La del 2000, en Cochabamba (Bolivia), fue porque habían privatizado el servicio de agua potable de la ciudad. Pero ahora tenemos que prepararnos para la guerra por el agua contra el sistema de las transnacionales que es apoyado por los gobiernos, por los jueces, por los fiscales, por la policía, por el ejército. Todos ellos matan a los defensores del agua, como a Berta Cáceres, asesinada en 2016 por defensora del río Gualcarque, Honduras[15]. Las transnacionales están haciendo una guerra contra el agua y contra Pachamama, entonces tenemos que prepararnos para esa guerra, la guerra por el agua.

 

 

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Notas

[1] Por la ley N° 1220, de 1909, el denuncio era la más ventajosa de las cuatro formas de adquirir para usufructo tierras de Montaña “de propiedad fiscal", en el territorio formado por la gran cuenca del Amazonas. Ver: Gazzolo, Luis, “El Régimen Legal de Tierras de Montaña. Apuntes", en Derecho, PUCP, 16, Lima, 1957: 86-98.

[2] A pesar de este brutal cambio, actualmente existen 62 comunidades nativas reconocidas en la provincia de La Convención, con no más de 16,000 habitantes y cerca de 824,000 has. Ver: SICNA, Directorio 2016 de comunidades nativas del Perú, Lima, Instituto del Bien Común, diciembre 2016.

[3] El Sindicato era de dos de las cinco haciendas del explotador y torturador Alfredo Romainville.

[4] Esta percepción política de Hugo Blanco había sido acogida por los dirigentes trotskistas argentinos de la línea de la IV Internacional a la cual pertenecía. En abril de 1961 Nahuel Moreno escribió a Hugo Blanco: “tú tienes el mérito de haber visto antes que nadie que en vuestro país se había iniciado ya la revolución agraria. […] Vuestra revolución tiene un rasgo específico: ha comenzado en esta etapa como revolución agraria y no como una revolución obrera o de todo el pueblo contra el imperialismo. Tiene como su vanguardia el campesinado de una zona, el Cusco, que se plantea el problema de la tierra, mientras el proletariado de las ciudades y de las minas se mantiene a la retaguardia, a la defensiva" (Ver Moreno, Nahuel, Perú: Dos estrategias, [1964], UITCI, Ed. Internet 2016: 2). Esta percepción, que no lograba comprender la dimensión sociocultural indígena presente en el movimiento de La Convención, Hugo Blanco la mantuvo por lo menos hasta 1966 (ver Blanco, Hugo, Tierra o muerte. Las luchas campesinas en Perú, México, Siglo XXI, 1971: 106).

[5] El sargento Rivera, aymara de Puno, fue el principal instructor de las autodefensas de Chaupimayo. Ver el relato “El sargento Rivera" en Blanco, Hugo, Nosotros los Indios, Cusco, CBC, 2017: 75-76.

[6] Del peruanismo “agarrar", que significa “golpear".

[7] Si la policía consideró inevitable la organización de nuevas autodefensas campesinas, el gobierno militar entendió por lo menos teóricamente que la solución a la movilización social del campo pasaba por una reforma agraria. Decidió aplicarla tímidamente, solo donde los propios campesinos habían tomado las tierras y liquidado las haciendas feudales. Sin dejar de reprimir, en marzo de 1963 la junta militar encabezada desde ese mes por Lindley emitió el Decreto Ley N° 14444, declarando “zona inicial de aplicación de la reforma agraria al departamento del Cusco".

[8] Hacia fines de 1962, el movimiento campesino había decaído, transitoriamente. Diez meses después, y aprovechando la instalación del gobierno de Belaúnde, arreciaron con más fuerza las tomas de tierras en diferentes provincias del Cusco y también en el departamento de Pasco.

[9] Seis décadas después del movimiento, en la provincia de La Convención predominan las unidades agrícolas familiares vinculadas a cooperativas cafetaleras, cacaoteras y de otros productos de la selva alta (COCLA, APROCAV, etc.); solo 19 de las cerca de 1000 comunidades campesinas del departamento del Cusco están en esta provincia –la mayoría en las partes altas. Ver, entre otros: informaciones recientes de organismos públicos de La Convención y sus distritos; Pozo, Katherine, “Las comunidades campesinas en la región Cusco", Allpa-Ser, 2010. Disponible en línea: , consultado el 01/11/2018.

[10] Según diferentes relatos propios y testimonios recogidos por Hugo Blanco, desde niño, en Huanoquite, él escuchaba a sus padres hablar quechua y lo practicaba con los campesinos. Ver Blanco (Ibidem., 2017).

[11] La Ley N° 24571, de 1986, la primera sobre rondas campesinas, las reconoce con los derechos propios de las comunidades campesinas y nativas, pero como colaboradoras de la justicia del Estado. Una ley del primer gobierno de Fujimori las sometía al ejecutivo, al ejército. Y la ley N° 27908, del 2003, las reconoce como no sujetas al poder ejecutivo. Las rondas tienen un conflicto con el Estado pues reivindican ser parte de los pueblos originarios y con derecho a administrar justicia consuetudinaria.

[12] Desde 1990, y para defenderse de la violencia durante la “guerra interna", las comunidades andinas de varios departamentos del sur y centro del Perú crearon “rondas campesinas", como parte de la estructura interna de las comunidades campesinas preexistentes. Existen rondas comunales en 6 provincias altas del departamento de Cusco (Canchis, Quispinchis, Canas, Paucartambo, Espinar y Chumbivilcas).

[13] “Marichuy" Patricio (Tuxpan, Jalisco), es curandera indígena nahua; en su designación (2017) participaron delegados de 60 pueblos indígenas, pero no obtuvo el número de firmas necesarias para participar en estas elecciones. El Concejo Indígena de Gobierno (CIG) fue creado en diciembre de 2016, como resultado de una consulta indígena decidida por el V Congreso Nacional Indígena. Marichuy es su vocera. El CIG se rige por los 7 principios del CNI: Servir y no servirse; construir y no destruir; obedecer y no mandar; proponer y no imponer; convencer y no vencer; bajar y no subir; representar y no suplantar. Ver: , consultado el 01/11/2018.

[14] Conga está en zona de Jalca del sureste cajamarquino. En 2010 la minera aurífera “Yanacocha" (consorcio Newmont, Buenaventura y Banco Mundial) obtuvo del Estado el derecho de expandir la explotación minera en Conga. La oposición del pueblo de Cajamarca y de su gobierno regional, ha impedido hasta hoy el inicio de esta explotación, lo que coincidió con la caída del valor de los minerales en el mercado internacional.

[15] Berta Cáceres, del pueblo indígena Lenca, participó en 1993 a la fundación de la Concejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH). Se opuso a la construcción de cuatro represas para una hidroeléctrica en el río Gualcarque, río que da su agua al pueblo lenca. El consorcio de la transnacional estatal china Sinohydro, el Banco Mundial y la hondureña DESA, suspendió las obras en 2017.