Hugo Blanco

 

La reforma agraria peruana

 


Historial de publicación: Escrito por Hugo Blanco, entonces miembro del Frente de Izquierda Revolucionaria (FIR). Se publicó en la revista Universidad, con algunas alteraciones. Luego fue publicado en su texto original en Revolución Peruana, órgano del FIR, febrero de 1970.  En mayo de 1970, Blanco lo publicó nuevamente en Revista de América, publicación de cuyo consejo directivo formaba parte.
Fuente de la transcripción: Hugo Blanco, "La reforma agraria peruana", en Revista de América, No.1 (Mayo 1970), págs. 18-21. (Digitalizada por el CEIP León Trotsky, Buenos Aires - Agentina: https://ceip.org.ar/Revista-de-America-Nro-1 )
Publicado en marxists.org: Septiembre de 2024.


 

 

 

 

Las movilizaciones campesinas en el Perú a lo largo de nuestra historia han tenido y tienen como objetivo fundamental: La tierra. Es por eso que el lema revolucionario “TIERRA O MUERTE” se hizo carne del campesino de vanguardia.

Las ultimas movilizaciones, no desmienten eso. En Cospán y Huancaya, está claro el objetivo, luchan por la recuperación de tierras. En cuanto a Huanta sabemos que en el fondo de las motivaciones estudiantiles y democráticas, estuvo el gran problema: La tierra. Durante años, el campesinado estaba sufriendo la usurpación de tierras por parte de los gamonales de la zona, y como consecuencia de sus reclamaciones se desataba la represión “legal” con la parcialización total de las autoridades. Los sucesos de Ayacucho relacionados con el problema estudiantil, fueron la gota que colmó el vaso, y el campesino estallo.

La anterior Ley de Reforma Agraria acompañada de “Cooperación Popular”, había conseguido frenar el impetu campesino, ilusionándolo; pero pronto se desengañó y comenzaba su nuevo despertar.

Ahora, esta Junta reformista, da una nueva ley de compra y venta de la tierra. Es posible que trate de aplicarla realmente, pues busca no solo frenar el movimiento campesino; sino que reflejando los intereses de los sectores burgueses desarrollistas, tanto nacionales como extranjeros, trata de crear un mercado inter- no de pequeños propietarios consumidores de la producción industrial por una parte; y por otra, proveer fondos para el desarrollo industrial capitalista.

Repetimos, debido a esos intereses burgueses es posible que el gobierno trate de aplicar la ley.

Pero no bastan los deseos de la Junta para que esta ley se aplique. Hay otros factores:

Por una parte está el gamonalismo que siempre ha comprado funcionarios, evitando la aplicación de toda ley que vaya contra su dominio absoluto. La burocracia, o sea las autoridades y los funcionarios, sigue siendo corrompida como antes. Los sobornos estarán a la orden del día. Una cosa sen las haciendas industriales de la Costa, fuerte baluarte de la vieja oligarquía, desde el cual como desde un castillo feudal, luchaba a muerte contra cualquier intento desarrollista, en este caso, la Junta que tiene un interés político en aplastar ese grupo, como sector reaccionario incorporándolo a la fuerza al sector

burgués desarrollista (y liquidando de paso la influencia del Apra en los trabajadores de esa zona). Otra cosa son las unidades aisladas gamonales de la Sierra, que a escala nacional pesaban menos que los azucareros y algodoneros, son amos a escala local.

No es que se vayan a oponer por la fuerza mucho menos que lleguen a oponer una resistencia armada. Van hacer lo de siempre: Sobornar autoridades y funcionarios para retardar y distorsionar inclusive la aplicación de esta ley burguesa.

Y la burocracia, o sea que además de cumplir su función de servir a los explotadores, en este caso a los sectores burgueses desarrollistas; más que nada, defiende sus propios intereses. No ofrecerá pues, ninguna resistencia al soborno.

Por otra parte, está el campesinado. que en muchas ocasiones se opondrá a la aplicación de la ley, y casi siempre a la forma de aplicación.

De todas estas contradicciones, lo más probable es que resulte una aplicación desigual, distorsionada, lenta y bien burocratizada, de la ley, en el interior del país.

En todo este proceso habrá roces y choques sangrientos. Pero no nos engañemos, las contradicciones entre la Junta y los gamonales no pasaran de los roces. Los choques sangrientos no serán entre ellos, tendría que ser muy loco un gamonal para no ceder en última instancia (ante el poder).

Las luchas serán como siempre; por una parte el campesinado en defensa de sus derechos por la tierra, contra los abusos de los gamonales, contra la parcialización de las autoridades; por otro las fuerzas represivas en defensa de los explotadores, va sean los gamonales de la zona o los explotadores en su conjunto, representados por la Junta.

Hasta aquí lo espontaneo. Pero hay otro factor, la vanguardia política, los revolucionarios que vamos donde están las masas, penetramos en sus organizaciones espontáneas, auscultamos sus aspiraciones inmediatas, espontaneas y participantes en sus luchas espontaneas. Desde ahí, desde el centro mismo del movimiento campesino, real, existente, con el corazón de Túpac Amaru en nuestro pecho, con la sangre de nuestros mártires circulándonos por el cuerpo, orientamos la lucha, la organizamos, la dirigimos hacia la Revolución Agraria, como parte de la Revolución Socialista encabezada por el proletariado. Las consignas fundamentales del FIR para el campo, siguen siendo las mismas: Organización, extensión y centralización del movimiento campesino.

¿Y frente a la ley? Nuestra posición de principio es firme: Esta ley burguesa de compra-venta encomendada a los burócratas no es la que propugna el Fir. Los trotskistas hemos defendido y defenderemos: TIERRA SI, PAGO NO. Que sean comités elegidos por el campesinado los quo ejecuten la reforma agraria. Esto hemos defendido y hemos practicado en La Convención.

Sin embargo, siempre hemos respetado y acatado la voluntad de los trabajadores. Si hay sectores campesinos que desean la aplicación de esta ley burguesa, junto con ellos lucharemos porque se aplique, velando por que todos les aspectos sean ejecutados, y combatiendo todos los aspectos negativos. Insistiendo siempre que solo la movilización del campesinado será garantía inclusive para la aplicación de esta limitada ley burguesa. Insistiendo siempre en la organización, extensión y centralización del movimiento campesino. Insistiendo en la participación directa del campesinado en la ejecución do la ley.

En La Convención nuestra position activa y militante es clara: “No pagar ni un centavo al enemigo!” La tierra es nuestra la hemos conquistado con nuestra lucha, con la sangre de nuestros mártires, con las torturas y prisiones sufridas por nuestros dirigentes. Ya está en nuestras manos la tierra, ya el campesino hizo su Reforma Agraria, lo que falta es defenderla y extenderla, pero no en forma independiente, sino ligada a la lucha de todo el campesinado y del pueblo en general.

Otro aspecto importante: Grandes extensiones de tierra en todo el Perú han sido arrebatadas ilegalmente de las comunidades campesinas, ilegalmente aun dentro de términos burgueses. Los gamonales van a tratar de eludir la restitución de estas tierras a sus legítimos dueños, por intermedio de la “Ley de Reforma Agraria”, haciendo que se “expropien” esas tierras y que se les pague por ellas. En estos casos debemos luchar por la devolución simple y liana de esas tierras.

En cuanto al aspecto organizativo de las masas. debemos ser bien elásticos. Siempre hemos preferidos los sindicatos como forma de organización masiva del campesinado; y ha demostrado ser hasta ahora, la más apropiada para la lucha. Sin embargo no debemos hacer un fetiche del sindicato. Si los campesinos respetan su organización comunal y la utilizan para la lucha. No tenemos por qué insistir en que se forme un sindicato. La lucha de los comuneros del centro nos lo demuestra. En Ongoy en cambio fue una Asociación Campesina la combativa, en oposición a la anquilosada y burocratizada organización comunal. Por último con respecto a las “cooperativas” que propugna la ley; Si el campesinado está organizado democráticamente en sindicatos comunidades, etc. lucharemos porque la cooperativa esté en manos de su organización. Aunque no existiera esa organización, lucharemos, por formarla, pues sus finalidades son amplias y el cooperativismo no es más que una de sus funciones. Pero si el campesinado ha ingresado ya en forma masiva a la cooperativa propugnada por el gobierno, y la reconoce como su organización, dentro de ella lucharemos, tanto para que sea profundamente democrática, como para que amplie su campo de actividad.

En fin, los detalles la forma específica de actuar, no se puede señalar más que como producto del contacto directo con la realidad, toda pretensión de detallar el plan de trabajo a priori, es palabrería hueca; los revolucionarios que vayan al campo y se incorporen al movimiento campesino, serán los que en definitiva nos digan que hay que hacer. La forma de lucha depende de la realidad, y la realidad del campo está en el campo. Esta redundancia es necesaria por que hay muchos que se imaginan que el campo, está en el pupitre.

La última ley de Reforma Agraria afloja la tensión en el campo, alejando por lo tanto la posibilidad de lucha armada. Sin embargo, las contradicciones no desaparecen y surgen otras nuevas. El desarrollo de estas hacia la lucha armada, depende de la incorporación de los revolucionarios al seno del movimiento. Cuanto más pronto se incorporen al movimiento campesino actual, partiendo de sus organizaciones actuales, de su conciencia actual y de sus necesidades actuales, de sus reivindicaciones concretas, inmediatas y más sentidas. cuanto más antes se compenetren y participen en ellas, más pronto encauzaran conscientemente esa lucha desde ese bajo nivel hasta la lucha

Y en esto de lucha armada, como en los otros aspectos de la lucha, y más que en otros aspectos aun por ser posterior a ellos; solo el contacto con la realidad podrá indicarnos específicamente como se debe desarrollar la lucha armada, cuales serán sus organismos, etc. Mientras tanto, sigue en pie nuestro planteamiento de brigadas campesinas de defensa, surgidas del seno mismo de la lucha campesina. Detalles más concretos al respecto, “planes” a priori, que según ellos conducen al triunfo, acostumbran darlo, los revolucionarios de escritorio.

Nosotros, los trotskistas, tenemos que escuchar a los revolucionarios que nos hablan desde el campo, desde el interior del movimiento campesino. Las indicaciones de ellos son la que más respetamos. Mas ahora que abundan los charlatanes de la lucha armada que ni conocen el campo.

Sabemos que el campesinado luchará con las armas en las manos por la revolución; pero actualmente, en el Perú cada día adquiere mayor importancia el proletariado, vanguardia por excelencia de la revolución socialista, y hemos visto importantes manifestaciones de la lucha de clases en las ciudades que ni siquiera podemos afirmar rotundamente que en el Perú la revolución vendrá del campo. El proletariado infunde cada día mayor respeto y pueda ser que se decida a asumir desde el principio el rol de vanguardia que la Historia le ha señalado. ESTUDIANTES AL CAMPO. Ante el debate en el seno del estudiantado acerca de la conveniencia o no de volcarse masivamente al campo, con ocasión de la dación de esta ley, nuestra posición en la siguiente: Reiteramos nuestro llamado al estudiantado para que se vuelque masivamente al campo. Sostenemos nuestro criterio acerca de la Reforma Agraria, pero no nos detenemos a discutirlo en las ciudades. Es más revolucionario el que va al campo a impulsar esta ley creyendo sinceramente en ella, que el que se queda en la Universidad, para combatirla desde la posición revolucionaria “doctrinariamente”.

La posición revolucionaria acerca de la Reforma Agraria, requiere ser defendida en la acción.

La posición del FIR es clara el respecto:

Estudiantes al Campo, centralizados por sus propios organismos.

PARTIDO. — Es en el curso de todo este trabajo, precisamente, y dentro de él que es imprescindible construir la organización partidaria en el campo, con los mejores elementos surgidos de la lucha de clases. Esta fue la omisión fundamental en La Convención, la deficiencia que generó todas las demás.

El “sindicalismo del que nos autocriticamos con respecto a Chaupimayo, no consistió en no haber elevado los anhelos económicos de las masas al plano político, eso se hizo en forma general correcta. Nuestro “sindicalismo” radico en no haber concretado ese avance político de las masas, y en especial de la vanguardia, en un organismo político con disciplina bolchevique, que agrupara a lo mejor de esa vanguardia. Inclusive, la unificación de la izquierda revolucionaria misma. se dará en el curso y en función de este trabajo, en las ciudades, principalmente dentro de la clase obrera, partiendo también de sus luchas actuales; así, a través de un programa de reivindicaciones transitorias llegaremos a la Revolución Socialista. TIERRA O MUERTE, VENCEREMOS.